En una operación de gran impacto geopolítico y económico, la firma estadounidense BlackRock, junto a un consorcio de inversionistas, adquirió los puertos de Balboa y Cristóbal, ubicados en ambos extremos del Canal de Panamá. Esta compra, valorada en aproximadamente 23.000 millones de dólares, incluye 5.000 millones en deuda y marca un cambio estratégico en el control de una de las rutas comerciales más importantes del mundo.
El grupo comprador adquirió la participación mayoritaria de Hutchison Port Holdings y Hutchison Port Group Holdings, empresas que anteriormente operaban los puertos bajo la propiedad del conglomerado de Hong Kong CK Hutchison Holding. La transacción, que aún requiere la aprobación del gobierno panameño, excluye intereses en puertos chinos, pero otorga al consorcio el control de 43 terminales portuarias en 23 países, incluyendo México, Egipto, Países Bajos, Pakistán y Australia.
El presidente de EE.UU., Donald Trump, celebró la transacción como un paso clave en su estrategia de reafirmar el control estadounidense sobre el Canal de Panamá. "Mi administración está recuperando el Canal de Panamá y ya hemos comenzado ese proceso", declaró el mandatario ante el Congreso.
Desde el gobierno panameño, el presidente José Raúl Mulino rechazó las afirmaciones de Trump sobre una supuesta influencia china en la administración del canal, asegurando que las operaciones han sido gestionadas de manera independiente. Sin embargo, la visita del secretario de Estado Marco Rubio a Panamá en febrero dejó en claro la presión de Washington para reducir la presencia china en la región.
El Canal de Panamá es un punto neurálgico para el comercio mundial y, en particular, para la exportación de productos agropecuarios de EE.UU. Según la economista de la American Farm Bureau Federation, Betty Resnick, "el 72% de toda la carga que transita por el Canal de Panamá tiene como origen o destino los Estados Unidos". En el sector agropecuario, el 18% de las exportaciones de maíz, el 32% de la soja y más del 90% del sorgo estadounidense atraviesan esta vía marítima.
A nivel global, el canal maneja aproximadamente el 2,5% del comercio marítimo mundial, con cerca de 10.000 embarcaciones cruzándolo cada año. Sin embargo, en los últimos tiempos, la capacidad del canal se ha visto afectada por una severa sequía, lo que ha elevado las tarifas de tránsito y generado retrasos.
El control de los puertos panameños por parte de una firma estadounidense fortalece la presencia de EE.UU. en una región clave para el comercio internacional. Además, refuerza el papel de BlackRock en el sector logístico global, sumándose a su creciente influencia en infraestructura y transporte.
La medida también genera preocupaciones en el ámbito diplomático y comercial. China ha rechazado cualquier insinuación de interferencia en el canal y podría responder con represalias comerciales. Por otro lado, sectores industriales y agrícolas estadounidenses observan con atención la evolución de la situación, ya que cualquier ajuste en los costos de operación del canal impactaría directamente en la competitividad de las exportaciones norteamericanas.
La compra de los puertos de Balboa y Cristóbal por parte de BlackRock es un movimiento estratégico que redefine el control estadounidense sobre el Canal de Panamá. Mientras la administración Trump celebra la adquisición como una victoria geopolítica, las repercusiones comerciales y diplomáticas aún están por verse. El comercio agropecuario, clave en esta ecuación, seguirá dependiendo de la estabilidad de esta arteria comercial fundamental para la economía global.