Este fenómeno, que se perfila para alcanzar niveles récord, refleja un descontento generalizado con los candidatos presidenciales, Sergio Massa y Javier Milei. En Agrolatam, analizamos este panorama y sus posibles implicancias para el futuro político del país.
Según analistas y encuestadores, una proporción significativa de los votantes indecisos, estimados en un 12%, podría inclinarse por el voto en blanco en el balotaje. Esta tendencia se ve impulsada principalmente por los seguidores de Patricia Bullrich, quien quedó tercera en las elecciones anteriores y cuyos votantes ahora se encuentran sin un candidato que los represente.
En el balotaje de 2015, el voto en blanco alcanzó solo el 1,18%, el más bajo en la última década. Sin embargo, la situación actual sugiere un cambio, con proyecciones que indican que el voto en blanco podría superar el 4% o 5%.Este aumento se contrasta con el "voto bronca" de las elecciones legislativas de 2001, donde los votos en blanco y nulos sumaron un 25%, reflejando un descontento masivo con la clase política de aquel entonces.
Aunque el voto en blanco es considerado válido según el Código Electoral argentino, no beneficia a ninguno de los candidatos en términos de conteo de votos. Sin embargo, su aumento simboliza un descontento creciente con las opciones políticas disponibles y podría ser un indicador de la salud democrática del país.
Expertos como Facundo Nejamkis y Sergio Berensztein destacan que el voto en blanco puede ser una expresión de descontento o una estrategia para no revelar la preferencia electoral. Además, señalan que la presencia de Javier Milei como un candidato antisistema podría influir en la reducción del voto nulo o "voto bronca".
El aumento del voto en blanco en el balotaje de 2023 es un fenómeno que merece atención. Representa no solo una métrica electoral, sino también un termómetro del estado de ánimo político en Argentina.