Los empresarios siguen de cerca el aumento de los costos productivos y al mismo tiempo negocian con el Gobierno el valor del pollo dentro de los esquemas de precios regulados
La industria avícola es una de las actividades productivas que sufre las consecuencias de la sequía.
La falta de lluvias en el maíz y la soja provocó una merma en los rendimientos de estos insumos clave para la alimentación de las aves.
Recientemente, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés) confirmó que habrá un recorte muy importante de las cosechas en Sudamérica. Brasil apenas superaría las 134 millones de toneladas y la Argentina se ubicaría levemente por encima de las 40 millones de toneladas.
Sólo en soja, el recorte a nivel regional sería de 30 millones de toneladas y eso ya impactó en los precios, que se acercan a los máximos históricos del mercado internacional.
Esos aumentos de precio se traducen en costos más altos para quienes deben utilizar granos para convertirlos en proteína animal, como es el caso de la avicultura.
Según Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas, "hasta ahora el maíz y la soja impactaron en un 6%, lo que representa un porcentaje importante ya que hablamos de un negocio de números muy finos".
Todo esto ocurre en un contexto en el que también hubo mayores gastos en las industrias por las reiteradas olas de calor que sufrieron las aves, que si bien se vieron minimizados por la tecnología aplicada en los nuevos galpones y por un buen manejo de la alimentación, provocó caídas de productividad.
Domenech aseguró en diálogo con Ámbito que "se perdió mucho peso. Si se esperaba un pollo de 3 kilos, se logró uno de poco más de 2,5 kilos. Lo mismo ocurrió en los galpones de menor nivel tecnológico con animales que consiguieron un peso inferior".
El capítulo de los costos no se agota en los precios de la soja y el maíz. Ahora la expectativa esta puesta en los aumentos que registrarán las tarifas energéticas y también en las negociaciones de paritarias que se realizarán en marzo.
Según pudo confirmar Ámbito, hasta ahora las empresas del rubro se mantienen por encima de la línea de flotación. Al día de hoy el negocio mantiene un mínimo margen de rentabilidad y aunque es bajo, se destaca que sea positivo.
Para lo que viene, la mayor preocupación esta centrada en el valor que tendrá la energía, porque tiene un peso específico muy importante en la estructura de costos.
En la avicultura, todo requiere de electricidad: las plantas de incubación, los motores, los molinos, las fabricas de alimento balanceado, el complejo de faenado, las norias, las cámaras frigoríficas, etc.
El sector es un gran consumidor de energía, lo que también incluye al gas, que se utiliza en las granjas, en el crecimiento de los pollos y en el procesado de plumas y vísceras, que se realiza con calderas.
DESAFÍO Vale recordar que los avícolas ya tuvieron un cimbronazo con el aumento de los combustibles.
Según Domenech, el trabajo de la "integración" dentro de la cadena productiva demanda el recorrido de más de 1 millón 100 mil kilómetros por día en camión, con lo cual el sector es un gran demandante de combustibles.
El mayor desafío que tiene la industria no radica en la búsqueda de la eficiencia para bajar costos, sino que se ubica en el otro extremo de la cadena. El mercado no da para cualquier precio porque la demanda aparece muy deprimida, por lo tanto no se pueden trasladar los costos productivos al valor del pollo o sus subproductos en la góndola.
Desde la cámara que agrupa a las empresas del sector se mantiene un diálogo "fluido y sincero" con la Secretaría de Comercio Interior que conduce Roberto Feletti.
En cuanto a este tema, Domenech confirmó que con el actual Secretario, acordaron "seguir construyendo confianza".
Sin embargo, algo que sí se convirtió en un problema para la actividad, son las amortizaciones: no aparecen en la imputación de costos y por lo tanto no existe el fondeo para las nuevas inversiones.
Esta realidad lleva 6 años y el atraso tecnológico ya se siente en los niveles de productividad.
Desde el Gobierno, se busca dar respuesta a este reclamo con una serie de créditos, que ya fueron solicitados e incluso aprobados para algunas empresas avícolas. Se trata de operaciones que tienen una tasa subsidiada, con las que se podría concretar un avance tecnológico que haría la actividad más competitiva.