En Estados Unidos, un promedio de 17 personas mueren cada día mientras esperan un trasplante, y más de 100.000 están en lista de espera. La solución podría estar en los xenotrasplantes, es decir, trasplantes de órganos entre especies, una técnica que, aunque aún en sus primeras etapas, muestra resultados prometedores.
Investigadores de la Facultad de Medicina Marnix E. Heersink de la Universidad de Alabama-Birmingham llevaron a cabo un estudio pionero, trasplantando riñones de cerdos genéticamente modificados a tres personas con muerte cerebral. Este procedimiento demostró ser factible usando los mismos medicamentos inmunosupresores aprobados por la FDA que se utilizan en trasplantes de humano a humano.
Este enfoque se enfrenta a un gran desafío: el cuerpo humano tiende a rechazar órganos desconocidos. Pero los investigadores descubrieron que una combinación de medicamentos inmunosupresores estándar y una terapia adicional llamada eculizumab mostró resultados positivos, estableciendo así un régimen de inmunosupresión ideal para el xenotrasplante de riñón de cerdo a humano.
Jayme Locke, profesor de cirugía en la UAB, resalta la importancia de estos hallazgos, que no solo presentan un régimen de tratamiento familiar para los médicos sino que también podrían significar un gran avance en la resolución de la crisis mundial de escasez de órganos renales.
Revivicor, Inc., una subsidiaria de United Therapeutics, ha sido fundamental en este proceso, proporcionando cerdos genéticamente modificados criados en un entorno seguro y libre de patógenos. Estos animales, modificados con 10 genes, han sido sometidos a pruebas periódicas para detectar virus que podrían complicar el trasplante, asegurando su viabilidad para el procedimiento.
El estudio fue una colaboración entre varias divisiones y departamentos de la Universidad de Alabama, destacando la naturaleza multidisciplinaria e integral del proyecto. Locke se muestra optimista y espera que estos resultados alienten a la FDA a autorizar un ensayo clínico de fase I en humanos vivos, marcando así un hito en la lucha contra la enfermedad renal en etapa terminal y la escasez de órganos.