El gobierno de Javier Milei ha marcado un giro significativo en la política exterior de Argentina al reforzar sus lazos con Estados Unidos y distanciarse de China, uno de sus principales socios comerciales. Este cambio de estrategia surge en un contexto global de crecientes tensiones entre las dos potencias y plantea interrogantes sobre las consecuencias económicas y diplomáticas para Argentina.
Durante sus visitas a Estados Unidos, la tercera en menos de cinco meses, Milei ha destacado una afinidad ideológica con Washington, enfatizando valores compartidos como la libertad, la defensa de la vida y la propiedad privada. Este acercamiento se ha concretado con acciones significativas, como el anuncio de la construcción de una Base Naval Integrada durante la visita de la General del Ejército de EE.UU., Laura Richardson, a Ushuaia.
Sin embargo, este acercamiento a EE.UU. implica un alejamiento de China, que hasta hace poco era considerado un socio comercial estratégico debido a su complementariedad económica con Argentina. En 2023, las exportaciones argentinas a China cayeron un 34,2%, mientras que las exportaciones a EE.UU. disminuyeron en un 15,7%. A pesar de esto, China ha sido un destino principal para las exportaciones argentinas en cuatro de los últimos cinco años, solo detrás de Brasil.
En términos de Inversión Extranjera Directa, China ha invertido significativamente menos que Estados Unidos en Argentina, pero ha sido un socio clave en áreas como infraestructura y tecnología. La decisión de Milei también podría impactar las reservas internacionales del Banco Central, más del 60% de las cuales están compuestas por un swap de divisas con China valorado en aproximadamente US$18,000 millones.
Los beneficios de este nuevo alineamiento podrían incluir un mayor acceso a créditos y apoyo en el FMI, vital para la renegociación del acuerdo de Argentina con el fondo. No obstante, Héctor Torres, ex representante argentino ante el FMI, expresa escepticismo sobre si EE.UU. compensará a Argentina por este alineamiento, señalando que Estados Unidos no tiene necesidad de hacerlo debido a la naturaleza automática del apoyo argentino.
El riesgo de alejarse de China no es trivial. Además de la potencial pérdida de inversiones chinas en proyectos clave como represas y el swap de renminbi, la confrontación ideológica podría complicar las relaciones comerciales y financieras a largo plazo. Patricio Giusto, director del Observatorio Sino-Argentino, critica esta estrategia, sugiriendo que los beneficios podrían no ser claros o suficientes para justificar los riesgos.