A lo largo de las últimas décadas, los lagos y lagunas del mundo vienen sufriendo los efectos cada vez más fuertes del proceso conocido como eutrofización.
Se trata de una excesiva disponibilidad de nutrientes y materia orgánica que se vuelve particularmente grave en aquellos ambientes acuáticos ubicados en regiones densamente pobladas y en zonas de intensa actividad agropecuaria que hace que les llegue una mayor carga de contaminantes, fundamentalmente nitrógeno y fósforo. "Lo habitual era que la cantidad de algas que podía desarrollarse en un cuerpo de agua dependiera de estos dos nutrientes.
En la actualidad, se encuentran en exceso en todas las lagunas pampeanas y los factores que limitan la producción de algas pasaron a ser otros. Por un lado, la luz, y, por otro, la disponibilidad de dióxido de carbono, lo cual era algo totalmente impensado veinte años atrás", explica Horacio Zagarese, investigador del CONICET en el Instituto Tecnológico de Chascomús (INTECH, CONICET-UNSAM).
Dedicado al estudio de la ecología de ambientes acuáticos, desde el año 2000 Zagarese viene evaluando la laguna de la mencionada localidad bonaerense. "Empezamos a ver que la proliferación de algas en Chascomús no estaba limitada por nitrógeno y fósforo, y planteamos la hipótesis de que podía ser por el dióxido de carbono.
Este es un gas que forma parte de la atmósfera en una proporción minoritaria, pero que sin embargo ha ido incrementando su concentración pasando de 280 microatmósferas -la millonésima parte de la atmósfera- en la etapa preindustrial a alrededor de 410 en la actualidad. Las algas lo absorben para comenzar con el proceso de fotosíntesis. Nosotros nos propusimos demostrar que, en determinadas circunstancias, la cantidad de algas puede estar limitada por la disponibilidad de dióxido de carbono".
Con el objetivo de evaluar qué ocurría en otros ambientes acuáticos del mundo, el experto desarrolló una estadía de un año en el Instituto de Estudios Avanzados Hanse- Wissenschaftskolleg (HWK) de Delmenhorst, Alemania, donde encabezó un ambicioso proyecto convocando a investigadores de distintos países dedicados al monitoreo de lagos y lagunas con altos niveles de eutrofización para cruzar datos y analizar de manera conjunta el estado de situación global.
El estudio reunió información del seguimiento a lo largo de los últimos 40 años de lagos y lagunas de Estados Unidos, Estonia, Japón, Nueva Zelanda y Rusia, y de unas 60 lagunas de Buenos Aires y La Pampa, y sus resultados fueron publicados días atrás en la revista Water Research.
"Uno esperaría encontrar que la concentración de dióxido de carbono en el agua esté por encima de la saturación, es decir la que debería tener si la laguna estuviera en equilibrio con la atmósfera, porque en general estos ambientes reciben materia orgánica desde la cuenca terrestre, los organismos la respiran y liberan dióxido de carbono, y entonces saturan el agua con este gas", explica Zagarese, y amplía: "Pero lo que vemos en realidad es que cerca del 40 por ciento de los lagos analizados están subsaturados, es decir tienen menores concentraciones. Esto es porque las algas demandan cada vez más y más dióxido de carbono para realizar la fotosíntesis".
Fuente: 90 lineas.com