Este fenómeno climático produjo pérdidas productivas, que aún no se han podido evaluar ya que se observan cultivos cubiertos por agua, próximos a cosechar. A nivel ganadero, en la zona la cría de animales se realiza a la vera de los arroyos, donde se han reportado desapariciones, al ser estos arrastrados por las fuertes corrientes de agua. A su vez, al estar saturado de agua el suelo, se hacen muy dificultosos los pastoreos y el manejo de los establecimientos dedicados a la producción láctea.
Cabe destacar que, el otoño es el mes de inestabilidad climática, cuando las lluvias corrientes son necesarias para completar el perfil de agua en el suelo y preparar las tareas productivas pensando en la próxima cosecha fina y siembra de verdeos y pasturas. Lo que llama la atención en este año son los volúmenes de agua caídos en tan poco tiempo, todavía en verano, llegando a la media anual en dos días.
Finalmente, en las producciones a cielo abierto, siempre el factor climático está presente. Luego de 3 años de sequía intensa se producen lluvias arrasadoras por lo que la actividad ha estado como siempre expuesta a la falta de precisión hasta el último momento, por no saber sus resultados hasta la efectiva cosecha.
Por todo esto, desde la Sociedad Rural de Rosario, informaron a la comunidad de la zona, el dramático momento que se está viviendo tanto en las ciudades como en las áreas rurales. Asimismo, que esta situación redundará, seguramente, en una disminución de la producción agropecuaria respectiva.