Esta enfermedad, que en el pasado afectaba principalmente a las regiones del norte del país, ha comenzado a hacer sentir su presencia más al sur, generando preocupación entre los productores. Según informes, las pérdidas de rendimiento causadas por esta plaga pueden superar el 70%, una cifra alarmante para la industria.
La Red de Manejo de Plagas de Aapresid ha confirmado que, en la campaña 2021/2022, la plaga se concentró en áreas como el norte de Santa Fe, Santiago del Estero, Chaco, Catamarca, Tucumán y Salta. Sin embargo, reportes recientes indican un preocupante avance hacia el sur de estas zonas.
El control efectivo de la chicharrita, el vector de esta enfermedad, es crucial, especialmente en las etapas tempranas del cultivo (entre V1 y V8). Es en estos estadíos donde el maíz es más vulnerable a los picos poblacionales de la plaga. Los síntomas en las plantas varían según el genotipo pero suelen incluir clorosis en los márgenes de las hojas más jóvenes, manchas rojizas o purpúreas, amarillentas en las hojas más viejas, y en etapas más avanzadas, plantas mal desarrolladas, macollos, enraizamiento excesivo y espigas estériles, afectando así el número y peso de los granos.
Reconocer y monitorear a la chicharrita es fundamental, aunque no sencillo debido a su pequeño tamaño, movilidad y hábitos de alimentación. Los especialistas aconsejan acercarse con cuidado durante el monitoreo y evitar cambios bruscos de luz para no alterar a los insectos, dificultando así su visualización. Un detalle a notar es que la sola presencia de la chicharrita no implica necesariamente una infección de la enfermedad; se estima que solo alrededor del 10% o menos de los insectos suelen estar infectados.
Las estrategias de manejo integrado son la mejor línea de defensa, dado que no existen tratamientos curativos una vez que el cultivo es afectado. Estas incluyen:
Evitar el monocultivo de maíz, concentrar las fechas de siembra, eliminar plantas residuales y asegurar una nutrición balanceada y diversidad en la secuencia de rotaciones.
Uso de insecticidas: Aunque al día de hoy no hay productos registrados en el país para el control específico de Dalbulus maidis, la utilización de terápicos de semillas sistémicos y aplicaciones hasta la etapa V8 del cultivo puede ofrecer cierta protección.
Optar por genotipos tolerantes: Esta parece ser la estrategia más prometedora, mostrando resultados alentadores en integración con otras tácticas de manejo.
La comunidad agrícola está llamada a tomar medidas proactivas y colaborativas para mitigar el impacto de esta amenaza y proteger la producción y rendimiento del maíz en las regiones afectadas.