Esta plaga, conocida por su alta capacidad de dispersión y voracidad, amenaza significativamente la producción agrícola del país, valorada en aproximadamente US$ 3.700 millones.
La langosta sudamericana es una plaga migratoria y transfronteriza, capaz de desplazarse hasta 150 km por día. Si bien no representa un peligro directo para la población, su presencia en altas densidades puede causar un impacto social considerable, especialmente en zonas urbanas. Las regiones del Noroeste Argentino (NOA) y del Noreste Argentino (NEA) son las más susceptibles a sufrir daños por esta plaga.
Desde 2015, Sudamérica ha experimentado un resurgimiento de esta plaga, que había estado inactiva durante 60 años. Esto llevó a la declaración de Emergencias Fitosanitarias en países vecinos como Bolivia, Paraguay, Brasil y Argentina. La reciente detección de un incremento poblacional en algunas zonas de Argentina por parte del Senasa ha encendido las alarmas.
El Senasa ha enfatizado la necesidad de coordinar acciones para controles tempranos de la plaga, con el fin de minimizar su impacto. La alerta fitosanitaria implica que cualquier persona responsable de explotaciones agrícolas o ganaderas, así como autoridades sanitarias, deben notificar inmediatamente la presencia de la langosta sudamericana.
Las medidas de control incluyen la realización obligatoria del control de la plaga, el uso de principios activos autorizados por el SENASA, y la colaboración con los agentes oficiales para realizar, supervisar o fiscalizar las actividades de control. El incumplimiento de estas normativas puede resultar en sanciones severas.