En los últimos tiempos, Argentina enfrenta un incremento alarmante en la presencia de la Chicharrita del maíz (Dalbulus maidis), un pequeño insecto que actúa como vector de la enfermedad Spiroplasma, causante del "achaparramiento del maíz". Esta situación ha generado graves pérdidas en los rendimientos de maíz, especialmente en zonas del Noreste argentino (NEA) como Santiago del Estero, Chaco y Corrientes, donde las alarmas se encendieron por primera vez en septiembre del año pasado.
La sequía ha sido uno de los factores que elevó la población de este insecto en la región, pero el problema se agravó con los fuertes calores del verano, permitiendo que la plaga se trasladara hacia el sur, afectando el núcleo maicero del centro del país. Este desplazamiento representa hoy un grave riesgo para la producción de maíz en Argentina.
La situación actual es crítica: la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) ya había encendido las alarmas a principios de febrero sobre la llegada de esta plaga a la zona núcleo. Un informe del INTA Marcos Juárez destacó que la presencia de estos insectos es la más grande en más de 10 años, lo cual llevó a la Bolsa de Cereales de Buenos Aires a reducir su proyección de cosecha de maíz de 56,5 millones de toneladas a 54 millones, citando el impacto de la Chicharrita y los casos de Spiroplasma como factores claves de este ajuste.
El mapa de la Chicharrita del maíz revela que desde diciembre se observó un incremento significativo en la presencia de la chicharrita en el centro y norte de Argentina, transmitiendo la bacteria Spiroplasma kunkelii. Factores como la disminución de la frecuencia de heladas, el escalonamiento de las fechas de siembra, y el aumento de las siembras tardías han contribuido a este aumento repentino del vector.
Los daños ocasionados por esta plaga pueden ser significativos, afectando la productividad de los cultivos. La infección por Spiroplasma kunkelii puede provocar síntomas graves como enanismo del maíz y esterilidad en las plantas, lo cual disminuye en promedio un 70% la producción.
Para monitorear y frenar la Chicharrita del maíz, es clave mantener a raya la densidad poblacional de esta plaga. Los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) destacan la importancia de monitorear la plaga en estado adulto, tomando muestras en al menos 10 sectores de un lote. Es importante realizar el monitoreo durante las primeras horas de la mañana o por las últimas de la tarde para obtener una evaluación precisa.
La situación ha evolucionado de un problema regional a uno nacional, con la plaga teniendo la capacidad de expandirse hasta 500 kilómetros con la ayuda del viento. El control de esta plaga y la enfermedad que transmite es crucial para proteger la productividad del maíz en Argentina, enfrentando uno de los desafíos agrícolas más significativos de la actualidad.