Sin embargo, frente a la expectativa de una posible reducción en los precios de los autos 0 km que ya no estarían sujetos al gravamen, la realidad ha sido otra: los precios no han hecho más que aumentar, en algunos casos, hasta un 100 por ciento desde diciembre hasta febrero.
La esperanza de una disminución en los precios surgía a raíz del cambio en la primera escala del impuesto automotor, que inicialmente tenía un mínimo imponible de aproximadamente 14,5 millones de pesos. Con este esquema, todos los autos 0 km valorados en esa cifra o más pagaban un 20 por ciento adicional. A partir de enero, el umbral para este impuesto se elevó a más de 28 millones de pesos, liberando así a varios modelos de este recargo y generando una expectativa de reducción de precios que no se concretó.
Un ejemplo claro es el Fiat Cronos Precision 1.3 GSE CVT, que en diciembre costaba $18.956.600, afectado por el impuesto. En febrero, sin el gravamen, su precio ascendió a $23.800.000, evidenciando que incluso sin el impuesto, el auto es ahora $5.000.000 más caro.
Además, se observó un incremento considerable en los precios de los vehículos que estaban "topeados", es decir, aquellos cuyo valor se mantenía justo por debajo del umbral del impuesto para evitarlo. Con el nuevo mínimo de 28 millones, estos autos han visto aumentos significativos en sus precios.
La estructura actual del impuesto automotor se divide en dos escalas:
Primera escala: afecta a los autos 0 km (excepto utilitarios) con precios igual o superiores a 28 millones de pesos, aplicándoles un 20 por ciento adicional. Anteriormente, esta escala impactaba a modelos de más de 14,7 millones.Segunda escala: impacta a aquellos autos 0 km (excepto utilitarios) con precios igual o superiores a 61 millones de pesos, a los cuales se les aplica un 35 por ciento adicional. Previamente, esta escala afectaba a modelos de más de 31 millones.Este ajuste en el impuesto, que significó un aumento de casi el 100 por ciento en el mínimo imponible para ambas escalas, no ha resultado en una baja de precios para los consumidores, sino todo lo contrario. Esta situación refleja los desafíos a los que se enfrenta el sector automotor en Argentina, marcado por una constante volatilidad de precios y la influencia de políticas fiscales.