Mientras busca conquistar el mercado, surgen interrogantes sobre la fiabilidad y las implicaciones de estas imitaciones artificiales.
En la actualidad, la industria alimentaria del mundo desarrollado se empeña en superar a la naturaleza al crear sucedáneos de ciertos alimentos. Los productos como las "carnes vegetales" y las "carnes de laboratorio" ya están en el mercado, y ahora se suma la leche sin vacas. Remilk, una startup israelí, ha obtenido la aprobación del Ministerio de Salud para su proteína de leche sin animales, la cual afirma ser segura, de alta calidad y prácticamente idéntica a la leche convencional.
Sin embargo, la fiabilidad de estas alternativas artificiales es motivo de debate. Mientras la empresa promociona sus productos libres de lactosa, colesterol, antibióticos y hormonas de crecimiento, estas contraindicaciones podrían ser más representativas de los sistemas de producción del hemisferio norte que de esquemas más naturales, como los de Argentina o Nueva Zelanda.
Remilk produce proteínas de leche mediante un proceso de fermentación utilizando levaduras modificadas genéticamente para que sean "químicamente idénticas" a las presentes en la leche de vaca y los productos lácteos tradicionales. Estas proteínas se secan y convierten en polvo.
La leche sin vacas de Remilk ha sido aprobada en Singapur y la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos ha declarado que esta proteína se puede utilizar de manera segura en productos alimentarios, lo que permite su venta en diferentes productos lácteos en dicho país.
El objetivo de estas empresas es competir con las grandes industrias lácteas a nivel mundial. Han obtenido inversiones de al menos 130 millones de dólares y tienen un acuerdo comercial con una franquicia israelí exclusiva de Coca-Cola para lanzar una línea de bebidas lácteas, quesos y yogures elaborados con su proteína.
Según algunos analistas, el mercado de las "alternativas lácteas" podría crecer de 26.000 millones de dólares en 2022 a 66.900 millones en 2030, siendo considerado aparte del sector de la "leche de origen vegetal", donde se elaboran bebidas a base de soja, almendras, coco, avena o cáñamo.
Otras empresas, como Imagindairy y Pigmentum, también están desarrollando tecnologías similares para producir proteínas de leche sin animales utilizando microorganismos modificados genéticamente o plantas.
Detrás de esta tendencia se encuentra el discurso sobre el cambio climático y el bienestar animal, argumentos que impulsan el interés por estas alternativas.
Israel ha invertido significativamente en el desarrollo de proteínas alternativas y planea construir un centro de investigación y desarrollo para la tecnología de fermentación de microorganismos, como levaduras y hongos, destinados a producir proteínas a mayor escala.
Aunque es poco probable que los productos naturales pierdan una parte significativa del mercado, es importante recordar al consumidor las ventajas de los alimentos provenientes del campo y evitar el uso de términos como "leche" o "lácteo" en productos que no los contienen. La batalla cultural será clave en este debate en constante evolución.