Las existencias de ganado caprino en el país alcanzaron a fines de marzo los 4.127.245 animales.
La producción de cabras con fines comerciales gana terreno a partir de la menor inversión requerida y las virtudes de su carne y su leche, destacaron especialistas de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ).
Las existencias de ganado caprino en el país alcanzaron a fines de marzo los 4.127.245 animales, con Mendoza liderando el ranking nacional con 16,19% del total, seguido por Neuquén con 15,44% y Chaco con 13,23%, según el Senasa.
Pero, resaltan los especialistas, lo más interesante son las posibilidades de crecimiento que tiene el ganado caprino en el país en la actualidad, en especial en la Región Pampeana.
Aunque la producción de cabras históricamente estuvo ligada a pequeños productores y economías de subsistencia, con foco en la producción de carne, ahora se explotan las ventajas intrínsecas de la crianza del ganado caprino, así como la producción de leche y derivados, con foco en productos gourmet.
Como alternativa a otro tipo de ganados se expande a partir de la generación de conocimiento, la innovación y la tecnología aplicados a la producción, tanto en los ámbitos público como privado; y la incorporación de la producción láctea caprina a la oferta sectorial, orientada a desarrollar nuevos mercados y productos.
La producción de caprinos es muy apropiada para desarrollarse, precisamente, en pequeñas superficies.
"Gran parte de la Región Pampeana ha venido subdividiéndose, así que se necesitan alternativas productivas que sean aplicables, porque las producciones agropecuarias tradicionales, tal vez, no son tan rentables para esos espacios; es precisamente allí, donde la cabra representa una de las alternativas de diversificación", afirmó Laura Simonetti, zootecnista e investigadora de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ.
La Región Pampeana tiene una importante posibilidad de crecimiento, porque sus mejores condiciones agroecológicas permiten tener una oferta de pastos bastante importante, prácticamente a lo largo de todo el año.
"Esto nos va a permitir desarrollar la producción sobre la base pastoril, como son la mayor parte de nuestros sistemas, pero sin necesitar superficies tan grandes (una vaca equivale más o menos a unas seis cabras)", apunta la zootecnista. .
Desde 2015, la Facultad lleva adelante un Módulo Caprino, coordinado por Laura Simonetti y Mercedes Ghibaudi, con fines de capacitación, investigación y extensión, en el que se ha montado un tambo para producción láctea.
Las instalaciones requeridas para montar un tambo caprino no son tan onerosas; se requiere una tarima de ordeñe, pudiéndose realizar éste manual o mecánicamente.
"Se dice que la cabra es de más fácil ordeñe porque se necesita menor estimulación; y, además, este proceso también requiere menos agua, por lo que contribuye a generar menos efluentes", destaca Simonetti.
Hay tres ventajas para la producción derivada de un tambo caprino.
Las cualidades nutricionales de su leche, entre ellas, es apta para alérgicos a la lactosa; y su mayor digestibilidad que la leche vacuna; a lo que se suma que resulta hipoalergénica.
Su sabor característico, presente especialmente en sus productos elaborados como quesos y dulce de leche, permite diferenciarlos de los típicos derivados del bovino.
Y los productos a base de leche de cabra suelen tener un precio diferenciado en el mercado, por ser considerados de categoría gourmet, lo que imprime mayor rentabilidad.
En tanto, la carne caprina es hipocalórica ("dietética"), con bajo contenido de colesterol, más magra y con menos grasas no saludables, además de su sabor característico.
Así, la producción de cabras con fines comerciales va ganando terreno a partir de su adaptación a superficies más chicas, sus márgenes económicos y las virtudes de sus productos, destacaron las especialistas.