ruguay tiene casi cuatro vacunos por habitante (alrededor de 12 millones de animales) y el sector agropecuario es responsable del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el ganadero explica el 62% del total.
En consecuencia, gran parte de las emisiones son de metano, derivado de la digestión de las vacas, el cual "tiene un peso importante en el cambio climático", dice a AFP Cecilia Jones, coordinadora de la Unidad Agropecuaria de Sostenibilidad y Cambio Climático del Ministerio de Ganadería (MGAP).
Por eso, para abordar el tema del calentamiento global el país debe obligadamente mirar hacia la ganadería.
En ese marco, Uruguay lleva adelante desde 2020 el proyecto Ganadería y Clima con el apoyo técnico de la Agencia de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) y financiación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF).
Su objetivo es reducir las emisiones directas e indirectas de GEI, "secuestrar" carbono en suelo y revertir los procesos de degradación de la tierra, al tiempo de aumentar la productividad "a través de prácticas climáticamente inteligentes", explica a AFP Soledad Bergós, coordinadora nacional del proyecto.
El impacto de los cambios propuestos se conocerá sobre 2024, cuando los resultados finales del proyecto comparen las emisiones y el acumulado de carbono en suelo con los medidos al comienzo de la iniciativa.
Producción "sostenible"
"Estas tienen que estar todas preñadas", dice Rosa Correa, de 56 años, mientras observa un grupo de unas 20 vacas en su campo de Cerro Pelado, en el departamento de Lavalleja, uno de los 62 predios ganaderos que participan en el proyecto.
La sincronización del entore -poner a las vacas al alcance de un toro para que las monte- y la preñez, así como del destete de los terneros, son algunas de las prácticas que junto a su marido Alejandro Rodríguez (55) empezaron a implementar aconsejados por los técnicos de FAO.
Es "una de las maneras de aumentar la productividad de forma sostenible", explica Rosa, pues se generan más kilos de carne (terneros) a partir del mismo ganado.
Rosa y Alejandro dirigen junto a sus hijas un predio de 800 hectáreas netamente ganadero que es parte de la familia desde hace 35 años.
Gracias al proyecto han reorganizado una forma de trabajo que llevaba generaciones cambiando procesos -como medidas de manejo del ganado y de las pasturas- sin necesidad de gastos extras.
Mirar el pasto
"En Uruguay la ganadería es el principal rubro agropecuario desde hace 400 años, y su característica es que se realiza mayoritariamente sobre campo natural", destaca Bergós.
La ingeniera agrónoma recuerda que este es un "recurso valiosísimo". Aunque solo el 8% del globo está cubierto por pastizales templados productivos, en Uruguay ocupan casi el 50% del territorio.
La existencia de ese ecosistema en el que se desarrolla la ganadería extensiva y a cielo abierto es "la contracara" de la actividad como contaminante del ambiente, dice por su parte Jones.
El manejo del campo es vital en el proyecto, pues un pasto en buen estado secuestra más carbono y compensa las emisiones de la propia ganadería. "Entonces estamos agregando un valor más a la carne de campo natural", dice la directora del MGAP.
Rosa cuenta que una de las enseñanzas del proyecto ha sido "aprender a mirar para abajo", en referencia al pastizal. "Nosotros nos guiábamos mucho por el estado del ganado y no mirábamos la estacionalidad del pasto, el crecimiento, las épocas", explica.
"Cuanto más hojas y largo tiene el pasto, es de mejor calidad. Aprendimos a regular la pastura", como la "capacidad de carga" que tiene el campo: cuánto ganado soporta según la estación.
La carne y Bill Gates
La ganadería como contaminante ambiental estuvo en el tapete en Uruguay semanas atrás a raíz de declaraciones de Bill Gates, quien señaló que los países ricos deberían consumir carne sintética para combatir el cambio climático.
Rosa cuenta que la idea cayó mal entre productores. "Hay gente que dice '¡el ganado no contamina, contaminan mucho más otras cosas!', Y bueno, sí, pero tenemos que tratar de que no contamine nada", reflexiona.
Lo cierto es que los productores viven donde trabajan y el hecho de estar expuestos a los eventos climáticos extremos, como las sequías o inundaciones, dice Bergós, los hace muy conscientes del impacto ambiental.
"Antes estábamos interesados" en el tema "pero no teníamos conocimiento sobre cómo podíamos ayudar", desliza Rosa. "Es importante que todos nos podamos sumar a esto".