A partir de esto se promovieron transparencia y reglas claras en las transacciones agrícolas internacionales, fomentando un entorno más equitativo para el comercio global.
Esto incluyó la reducción de barreras arancelarias, la implementación de medidas sanitarias basadas en principios científicos y el establecimiento de normas que buscaban limitar el uso de subsidios distorsivos. Sin embargo, a pesar de estos avances, muchos de los objetivos iniciales aún no se han cumplido plenamente, lo que refleja la complejidad y las divergencias de intereses entre los países miembros de la OMC, especialmente en el ámbito agrícola, que reflejan las profundas asimetrías económicas y prioridades nacionales divergentes. Mientras que las economías desarrolladas suelen proteger sus sectores agrícolas a través de altos subsidios y aranceles, los países en desarrollo abogan por una mayor liberalización comercial para acceder a mercados internacionales y promover el crecimiento de sus economías.
Estas tensiones han dificultado la construcción de consensos, ralentizando el avance en temas clave como la reducción de subsidios, la eliminación de barreras no arancelarias y la creación de un sistema de comercio más innclusivo, equitativo y sostenible que permita a todos los países, independientemente de su nivel de desarrollo, beneficiarse del intercambio global.
Esto implica no solo abordar las distorsiones generadas por subsidios y barreras arancelarias, sino también garantizar que las normas comerciales contemplan aspectos como la sostenibilidad ambiental, la seguridad alimentaria y el desarrollo rural. La falta de avances en estas áreas pone de aliviar la necesidad de revitalizar las negociaciones multilaterales y fortalecer la cooperación internacional para superar los desafíos persistentes y construir un comercio agrícola verdaderamente transparente y .libre de prácticas que distorsionen los mercados internacionales. Esto requiere un compromiso renovado por parte de los países miembros para abordar los problemas estructurales que han limitado los avances, incluyendo la eliminación gradual de subsidios injustos, la reducción de aranceles prohibitivos y la implementación de sanitarias y fitosanitarias basadas en evidencia científica.
Solo a través de un enfoque colaborativo y equilibrado será posible garantizar un sistema que fomente el desarrollo económico global, proteja a los agricultores más vulnerables y promueva la sostenibilidad a largo plazo en el sector agrícola.
Sin embargo, el panorama actual evidencia una agenda inconclusa. Los subsidios agrícolas han crecido significativamente, alcanzando más de 610.000 millones de dólares anuales, mientras que los elevados aranceles de importación y medidas para-arancelarias sin base científica dificultan la libre competencia. Además, la Ronda Doha, lanzada en 2001, no logró avances significativos más allá de la eliminación de los subsidios a la exportación.
La crisis del multilateralismo y las tensiones geopolíticas han complicado aún más el escenario. Factores como las políticas de autoabastecimiento, los cuestionamientos al sector agrícola y la falta de una hoja de ruta clara entre liberalización comercial y espacios de política, han limitado las negociaciones multilaterales.
A pesar de los esfuerzos en acuerdos preferenciales como el Mercosur-Unión Europea, ciertos temas estructurales, como los subsi
Ciertos temas estructurales, como los subsidios distorsivos al comercio agrícola, siguen siendo un obstáculo clave para la equidad y la eficiencia del sistema multilateral. Estos subsidios, que generan ventajas artificiales para algunos países y sectores, no pueden ser resueltos exclusivamente a través de acuerdos comerciales preferenciales, ya que su naturaleza global requiere soluciones coordinadas en el marco de la OMC. La falta de consenso en este ámbito ha perpetuado desigualdades en el comercio internacional, afectando de manera desproporcionada a los países en desarrollo que dependen en gran medida de la agricultura.