En un reciente estudio llevado a cabo por el Instituto de Investigación del Clima (IRI) de la Columbia Climate School, se proyecta una alta probabilidad de que el próximo verano sea un evento La Niña, con un 85% de probabilidad para los meses de octubre, noviembre y diciembre. A su vez, el Instituto Australiano de Clima indica una tendencia hacia un estado neutro del fenómeno ENSO, aunque advierte que las proyecciones más allá de mayo deben ser consideradas con precaución.
Una mirada exhaustiva a los últimos 15 años de pronósticos extendidos, comparándolos con lo que realmente sucedió, revela hallazgos sorprendentes y cruciales para la estrategia de siembra en la campaña agrícola. La fiabilidad de los pronósticos de enero, marzo, mayo y agosto para los meses críticos de OND (Octubre-Noviembre-Diciembre) ha variado significativamente, siendo los pronósticos de agosto los que presentaron un 90% de acierto en los últimos 15 años, demostrando ser particularmente relevantes al tomar decisiones de siembra.
Al analizar el impacto del clima en los rendimientos de cultivos específicos en Entre Ríos, Argentina, se encontró que el rendimiento de trigo no siempre coincide con los pronósticos climáticos, ajustándose sólo en el 50% de los casos. En contraste, el maíz temprano mostró una correlación positiva del 90% con los pronósticos de agosto, siendo este un indicador clave para ajustar estrategias de siembra. La soja, por otro lado, presenta una correlación positiva del 55%, indicando que las decisiones estratégicas deben ser más cautelosas para este cultivo.
Este estudio subraya la importancia de los pronósticos climáticos extendidos como herramientas valiosas para la planificación agrícola, aunque también destaca la necesidad de aplicar estos datos de manera selectiva, dependiendo del cultivo y la proximidad al trimestre crítico. Conforme la tecnología y los modelos de pronóstico avanzan, se espera que su precisión mejore, ofreciendo a las empresas agrícolas datos aún más fiables para sus estrategias de cultivo.