El café, una de las bebidas más consumidas en todo el mundo y un pilar económico en países como Brasil, Colombia y Honduras, se encuentra en una situación precaria debido al cambio climático y a otros factores. Las temperaturas globales están en aumento, con proyecciones que indican un aumento de entre 1,5ºC y 4,5ºC en los meses más cálidos. Esta realidad está afectando directamente la producción de café, ya que se estima que el área apta para su cultivo podría reducirse hasta en un 50%.
Los países cafeteros en Latinoamérica están experimentando consecuencias mixtas debido al cambio climático. Sequías e intensas lluvias están golpeando la producción, creando un panorama incierto para los productores y la industria en general. Países como Brasil y Colombia, que dependen en gran medida de la producción de café, están viendo la amenaza del cambio climático reflejada en sus cultivos emblemáticos.
La industria cafetera es vital para la economía de la región. Genera importantes divisas por exportaciones y emplea a más de 14 millones de personas en toda América Latina. Sin embargo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advierte sobre una "tormenta perfecta" creada por el cambio climático, las plagas y la caída de los precios del café, que amenaza el bienestar de los productores y sus familias.
Brasil, el mayor productor mundial de café, ha enfrentado desafíos significativos en los últimos años. Después de una cosecha récord en 2020, el país se vio afectado por altas temperaturas, sequías y heladas en regiones donde se cultiva café arábiga. Esto resultó en dos cosechas bajas consecutivas en 2021 y 2022. A pesar de estas dificultades, se espera una recuperación en la producción de café en la cosecha de 2023 y 2024.
Marcos Matos, director general del Consejo de los Exportadores de Café de Brasil (Cecafé), señala que las anomalías climáticas han empeorado en intensidad y frecuencia en los últimos años, afectando la producción. Además, se menciona que durante la última década ha habido sequías secuenciales que han afectado tanto al café arábica como al café conilon en Espírito Santo.
La sostenibilidad de la industria cafetera y la seguridad de millones de productores y sus familias están en juego debido a estos desafíos climáticos y económicos. La colaboración internacional y los esfuerzos en la adaptación y mitigación del cambio climático son esenciales para asegurar el futuro del café que tanto disfrutamos cada mañana.