Opinión

Ningún Súper Niño

Se acumulan evidencias de que el fenómeno climático no apretaría el acelerador hasta octubre, al tiempo que los especialistas le bajan el precio a sus dotes como generador de grandes lluvias.

23 Ago 2023

De este Niño se ha hablado hasta el cansancio. Si bien se supone que lleva varios meses formalmente declarado, en la práctica su tarea no termina de convencer a quienes confiaron en él para buscar la revancha de la catastrófica campaña 2022/23, con su secuela de heridos entre los hombres de campo.

Ahora Reuters encendió todas las alarmas, al afirmar que la llegada de lluvias importantes de la mano de El Niño podría retrasarse hasta octubre, golpeando al maíz temprano y al trigo en la Argentina.

Históricamente El Niño ha regado de manera generosa la mitad este del país en al menos el 50% de las veces en que se ha manifestado en el Pacífico ecuatorial. Es una presencia que por lo general se asocia a rendimientos más elevados para la gruesa. Nadie dice que no vaya a suceder lo mismo esta campaña, el punto es que la situación inicial de muchos perfiles era tan complicada en materia de agua útil que no hay chances de sostener nada si las lluvias no llegan rápidamente. El mapa del INTA exime de mayores comentarios.

 Así las cosas, la consultora sobre temas climáticos CCA afirma que el alivio generalizado se dará en algún momento del mes de octubre, pero antes habrá que aguantar lo que resta de agosto y septiembre con precipitaciones relativamente restringidas.

En gran medida coincide con este pronóstico la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), que espera ahora un Niño más moderado y un incremento definido de las precipitaciones recién a partir del décimo mes del año.

Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) estadounidense, el actual fenómeno climático El Niño debería alcanzar su punto más alto de fuerza entre los meses de noviembre y diciembre de este año. Durante este período se espera que las anomalías de temperatura en la superficie del mar, particularmente en la región conocida como Niño 3.4, puedan alcanzar valores de hasta +2.3°C.

Esta tendencia, por lo tanto, descarta la probabilidad de un evento de magnitud excepcional, el llamado Súper Niño. Cabe señalar que para que esta denominación sea aplicable, sería necesario que dicha anomalía supere la marca de +2,5ºC.

Las previsiones indican que la intensidad de El Niño tenderá a disminuir durante el próximo verano, y para la segunda mitad de 2024 es probable que el ENSO haga la transición a la neutralidad.

Por su parte, el Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad (IRI), de la Universidad de Columbia, habla de un evento moderado. Observa que casi todos los modelos apuntan a que el Niño persistirá durante la primavera y el verano y se debilitará hacia el otoño del Hemisferio Sur.

Según la proyección de consenso del IRI, las probabilidades de neutralidad son del 59 % para el trimestre de abril, mayo y junio de 2024. En los elementos que maneja esta institución tenemos la primera señal más coherente del debilitamiento de El Niño.

Desde luego siempre hay que considerar que cuanto más lejano es el horizonte de proyección, en este caso hasta 10 meses, mayor será la incertidumbre y menor la precisión del pronóstico. Cabe recordar además que aún ante un posible debilitamiento de El Niño, las condiciones atmosféricas no responden de manera inmediata.

Con estos criterios corresponde analizar el impacto de mediano plazo que está previendo el IRI para Sudamérica, que se refleja en los mapas que siguen, los que involucran el final de la primavera y casi todo el verano.

Parecen indicar que los efectos más importantes en términos de lluvias se darían en Uruguay y nuestro Litoral, más el centro y sur de Santa Fe. En el resto de la Región Pampeana las precipitaciones no se apartarían demasiado de lo que es habitual para la época.

Como fuere, la BCR destaca que el desarrollo de la cosecha 2023/24 estará influenciado por el fenómeno de El Niño. ¿En qué magnitud? Las dudas alcanzan a la gruesa y también al trigo y la cebada, cuya evolución dependerá de cómo evolucionen las proyecciones en las próximas actualizaciones.

Aunque la entidad ha previsto una cosecha de maíz 2023/24 en torno de los 56 millones de toneladas, aclara ahora que muchos agricultores retrasarán su siembra o directamente abandonarán sus planes de sembrar el cereal si no llueve lo suficiente. La posibilidad de sumar 300.000 hectáreas de maíz aparece más lejana por estos días debido a la falta de agua.

Por su parte, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires avisó que las escasas precipitaciones están afectando los cultivos de trigo para la temporada 2023/24, provocando condiciones de humedad restrictivas en el centro y norte de la zona agrícola de Argentina. La alternancia de temperaturas continúa causando caídas en la condición de los cultivos y pérdida de estructuras reproductivas.

Del mismo modo, la Guía Estratégica para el Agro advierte que el 15% de los lotes de la región núcleo ya presenta signos de estrés hídrico. Hay pérdidas de hojas basales y sectores del lote con pérdidas de plantas. Las lluvias pronosticadas para esta semana eran claves para mantener el potencial del rinde, pero fallaron.

El trigo se está quedando sin nafta, porque partió con el tanque a media asta. De aquí en adelante depende de lo que pase con las precipitaciones, de lo contrario el rinde se verá afectado negativamente.

Necesitamos que El Niño se ponga a trabajar cuanto antes. Pero con los deseos generalmente no alcanza. Quizás los modelos se equivocan y en no mucho tiempo más tendremos una alegría. Que se haga.

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