El dólar diferenciado para el maíz no solo distorsiona este mercado y agrega más complicaciones al de la soja, sino que además alienta la grieta entre productores. No conviene caer en esta trampa.
Por necesidad y a pesar suyo, una parte del campo le vuelve a dar una mano a este sistema destartalado y que tanto daño les ha hecho a los argentinos. Las ventas de maíz dentro de la paridad diferenciada han sido muy abultadas durante las primeras tres jornadas de la semana. Como era de imaginar comienza a sentirse el descalabro en las actividades que usan este cereal para generar leche, proteína animal y biocombustibles, en el marco de un esquema que elige a su conveniencia ganadores y perdedores.
Lo que no era tan fácil de entrever es el daño infernal hecho a este mercado tras dinamitar el de la soja. Es que en este caso además de una pérdida absoluta de las referencias tradicionales para operar, hay que contabilizar la generación de diferencias entre productores. Severas en algún caso.
Para unos, el dólar maíz expone claramente el problema del agro. Remarcan que como el cierre de exportaciones favorece a polleros, chancheros, tamberos y feedloteros, no se escuchaban entonces los reclamos que ahora hacen ruido. "Es una pésima señal que se pongan del lado del control de precios al maíz u otro cereal u oleaginosa", argumentan.
Un productor del norte de Córdoba que maneja un feedlot de 32 mil cabezas, una granja de cerdos, la producción de bioetanol y da trabajo a mucha gente fue severamente cuestionado por otros en las redes cuando hizo oír su queja. "Si siembra maíz, no piense en procesarlo, transformarlo y convertirlo en otro producto de mayor valor agregado. Es el camino que este hermoso gobierno pretende utilizar para solucionar la pobreza y la falta de empleo", se quejó este cultor de la economía circular.
Los precios pisados de la carne y la leche son la piedra de la discordia, y algunos se dan cuenta de la trampa oficial. "No me parece que el camino sea pelearnos entre nosotros, eso le conviene a los que nos usan como tontos. Hasta que no entendamos que lo único que nos puede salvar es mantenernos unidos, nos seguirán perjudicando. Lo que deberíamos pedir es que dejen de manosear el mercado. El reclamo hacia el Estado debe ser por libertad económica, jamás subirnos a la rapiña entre eslabones de la misma cadena".
Mientras esta controversia crece, se empiezan a conocer aumentos en los precios de los agroquímicos, a pesar de lo cual no está sencillo conseguirlos. Otros insumos podrían seguir el mismo camino. Seguramente así será.
Mientras genera división entre los productores, el gobierno continúa en rumbo de colisión. Después de dos ruedas en que el Banco Central logró acumular algunas reservas gracias al maíz, el miércoles el resultado volvió a ser negativo. Cada minuto la dependencia de la llegada de dinero fresco proveniente del Fondo Monetario Internacional se hace más y más crucial.
Los funcionarios del organismo saben que están tratando con un paciente que implica riesgos altísimos, y se cuidan en sus declaraciones. No es magnanimidad, sencillamente no quieren quedar como responsables del deterioro final de este país, no al menos frente a la opinión pública.
Con gran diplomacia avisan que la inflación en la Argentina está al borde del colapso. En todo momento hacen referencia a "conversaciones para tratar de poner a la nación en un camino más firme hacia el crecimiento y la estabilidad monetaria". Pocas precisiones, muy pocas. Y dicen que la cuestión de si Argentina podría usar dinero del FMI para intervenir en el mercado de divisas es uno de los elementos "que se están considerando en este momento".
Parece diferente respecto de las afirmaciones de Massa, quien habría dado a entender que podrá seguir metiendo la cuchara en el mercado de los dólares alternativos, y de hecho es lo que continúa haciendo.
Así como la inercia positiva con las reservas entró en dudas este miércoles, el retroceso del blue operado el martes dio la vuelta y la divisa paralela vuelve a mostrar las uñas. Se supo además que los valores exacerbados del lunes en el paralelo permitieron hacer pingues ganancias en el MEP. El rulo siempre goza de buena salud, pero no para todos. Es lo que sucede con los sistemas intervencionistas.
Ningún especialista se anima a decir que la bestia está controlada, porque la moneda estadounidense es especialmente sensible a la emisión de pesos que nadie quiere, una opción que siempre está en carpeta para el gobierno y que de hecho utiliza asiduamente.
La sensación entre los economistas más avezados es que el Fondo está tratando de que el ministro candidato llegue a las PASO sin una explosión de las variables, pero no mucho más que eso. El lunes posterior a las primarias mete miedo en unos y otros. Por lo que puede suceder con las variables y porque muchos sospechan que ahí empezaría otra historia con el prestamista internacional. Desde luego dependerá también de cómo le vaya a Massa en las elecciones.
Lo único seguro es que será inevitable que la inflación suba otro escalón -o mejor dicho, varios- a partir de estas medidas. Con el dólar ahorro muy cerca de los niveles reales, el mercado ya sabe -si es que aún no estaba convencido- que ese es el umbral con el cual hay que considerar la evolución de precios. A eso se suma la sensación de que la divisa estadounidense tiene un buen trecho para crecer, que lo que vemos son solo parches y nada es garantía de nada.
En tanto, la salida de los depósitos se está acelerando; es otro punto de presión para un Banco Central que ya no tiene dólares. Aún no es un proceso alarmante, pero preocupa que la autoridad monetaria pueda estar utilizando encajes para afrontar los pedidos de los bancos. Los depósitos han caído al 50% del volumen que había cuando asumió Fernández.
Sin un plan serio de fondo, la suerte de la devaluación instrumentada por Massa depende en gran medida de la chance de recortar las importaciones, pagando la economía un alto precio por ello. Si no lo logra, todo puede volver a fojas cero. Y a ciencia cierta tampoco se puede confiar en que consiga este objetivo con una brecha cambiaria como la actual. De un modo u otro se siguen penalizando las exportaciones y subsidiando las importaciones. Es otra posible bomba de efecto retardado.
Es cierto que por ahora las importaciones se ven momentáneamente desalentadas, pero esto puede no durar. Ayer los despachantes de aduana se quejaban de la falta de instrucciones al respecto, y nada se movía. Solo coyuntura.
Para colmo, ha comenzado el juicio que decidirá cuánto deberemos pagar todos los argentinos por la decisión de expropiar YPF sin respetar su Estatuto. La aventura nos puede costar incluso USD 16.000 millones.
Massa habría confirmado que los desembolsos del FMI llegarían recién en la segunda quincena de agosto. Se infiere entonces que los vencimientos a afrontar en una semana (USD 3.400 millones) se abonarían con fondos propios. Serán días de gran tensión por la situación de las reservas.
La Argentina vive una crisis de proporciones. Cuesta visualizarlo dado que no hay quejas en las calles ni vidrieras rotas. Nadie manifiesta para repudiar la situación a la que nos han llevado. Por mucho menos el país ha atravesado momentos de gran angustia y gobierno puestos en jaque.
En este descontrol generalizado convendría rescatar la unidad del agro. Comprender que el enemigo no está dentro de las filas del campo. Caer en esa trampa solo puede agravar aún más las cosas.