En la campaña 2019/2020, la producción granaria argentina habría alcanzado un volumen cercano a las 135 millones de toneladas, en una superficie cultivada de 38,2 millones de hectáreas. Hace 21 años en el país se cultivaban, según el Ministerio de Agricultura, Ganadería y pesca, unas 26,7 millones de hectáreas, y se producían unas 60,3 millones de toneladas de granos, por lo que es evidente el fuerte incremento en área y productividad del que fuimos testigos en las últimas dos décadas de actividad agrícola.
En este contexto y especialmente en las últimas tres décadas, el consumo de fertilizantes se incrementó más de 10 veces, pasando de 300 mil toneladas en el año 1990 a 4,6 millones toneladas en el año 2019, según información de la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (Ciafa).
La importante expansión del área agrícola, la intensificación tecnológica en las técnicas productivas, sumada a la mayor producción relativa de trigo y maíz en las últimas campañas (el uso de fertilizante por hectárea implantada es mayor para estos cultivos), han producido un importante impacto en el mercado de fertilizantes, aumentando fuertemente la demanda, y con ésta, las importaciones de estos insumos indispensables para la actividad.
En Argentina aproximadamente el 65% del fertilizante utilizado por la actividad proviene de la importación y el 35% corresponde a la industria nacional. Sin embargo, el crecimiento del uso de productos de fabricación nacional en los últimos años ha sido notable. Así, mientras que el consumo de fertilizantes de producción doméstica se ha incrementado en un 650% desde el 2000 hasta la fecha, el consumo de fertilizantes importados aumentó un 90%.
Las 4,6 millones de toneladas de fertilizantes usadas en 2019 marcaron un récord histórico en nuestro país, incrementándose en un 9% en relación al año previo, y mostrando una tendencia continuamente expansiva desde 2015 a esta parte, coincidiendo con la mejora en el paquete tecnológico y la diversificación de los planteos productivos para incluir más cereales en la rotación.
Del total utilizado el año pasado, la cantidad de fertilizantes nitrogenados fue de 2,6 millones de toneladas, siguiéndole los fertilizantes fosfatados con 1,7 millones de toneladas, los azufrados con 0,20 millones, y los potásicos con 0,07 millones de toneladas, siguiendo datos de Ciafa. La producción nacional alcanzó las 1,7 millones de toneladas en dicho año, realizándose exportaciones por casi 300.000 toneladas.
En el año 2019 se importaron 3,2 Mt de fertilizantes de distintos tipos, lo que representa casi un 68% de la utilización total. En total, las importaciones de fertilizantes demandaron divisas por US$ 1.050 millones.
Puede verse que en el período 2010-2019, las importaciones de fertilizante han crecido en un 34%, con el gasto en términos de valor incrementándose en casi un 12% en la década. El 2018 las condiciones climáticas no jugaron a favor del cultivo, en tanto que en 2019 Argentina consigue una cosecha récord de maíz y trigo. A pesar del importante progreso en la producción nacional de fertilizantes, queda a la vista lo dependiente del mercado externo que resulta este sector fundamental en la actividad.
Transformar nutrientes en cosechas sigue siendo clave para aumentar la rentabilidad de nuestros cultivos, además de ser una herramienta fundamental para mejorar la sustentabilidad de los suelos. Es clave también a nivel macroeconómico para contar con mayores producciones y exportaciones de granos y una mayor generación de divisas que permita superar la recurrente restricción externa que sufre la economía de nuestro país.
En el primer cuatrimestre del año 2020, según datos de INDEC, se importaron casi 700.000 toneladas de fertilizantes de distintos tipos. En valor, estas importaciones significaron una erogación de unos US$ 192 millones. Gran parte de estos productos han sido demandados por el incremento en el área triguera para la campaña 2020/21, donde es clave la aplicación de fertilizantes nitrogenados para su desarrollo. Para esta campaña de trigo, las previsiones apuntan a un área base de 7 Mha, 2% por encima de la campaña previa y la mayor superficie en 20 años. En conjunción con esto, la mejora de la relación insumo-producto para el productor genera incentivos para asegurarse la provisión de insumos, optimizando el paquete tecnológico. En relación a ello, se ha verificado un salto tecnológico notable respecto a la forma de hacer trigo en los últimos 5 años en la región pampeana, que ha llevado a incrementar los rindes objetivos promedio del productor en no menos de 20 qq/ha. A su vez, existen muy buenas expectativas productivas para la campaña de maíz 2020/21.
El fertilizante es un insumo fundamental para lograr rendimiento, calidad, rentabilidad y sustentabilidad de los cultivos, y la experiencia de los últimos años lo demuestra. Se puede tomar como ejemplo el caso del trigo, en el que pudo verse como el incremento en la tecnificación permitió una notable mejora en los rendimientos y, con ello, un fuerte impulso a las exportaciones de la cadena. Así, el complejo triguero realizó exportaciones en el 2019 por más de US$ 2.800 millones, ubicándose en el quinto lugar de los principales complejos exportadores de la economía argentina, cuando cinco años atrás apenas alcanzaba los US$ 950 millones, según información del INDEC.