No por haberlo imaginado -teniendo en cuenta el contexto económico en el que se encuentra el país- el impacto es menor. El sector automotor recibió con preocupación las medidas del Banco Central que fija nuevas reglas de juego para el acceso a divisas para el pago de importaciones.
Desde hace semanas, los fabricantes de autos y los distribuidores de marcas extranjeras intuían que habría restricciones. Demasiadas coincidencias se acumulaban por estos días con la última etapa de la anterior gestión kirchnerista como para no suponerlo. Es por eso que las consecuencias también son previsibles: habrá menos oferta de 0km importados. El segmento más afectado será, sin duda, el de media y alta gama. El motivo es que, además del "cepo" a las importaciones, desde hoy rige el nuevo esquema de Impuestos Internos a los 0km - tal como adelantó Ámbito el viernes último - que establece que los autos a partir de $1.920.000 al público tengan que pagar este tributo. El ajuste de 4,9% otorgado es considerado insuficiente teniendo en cuenta que los precios subieron por arriba de ese porcentaje y la devaluación, desde el último retoque a comienzos de año, también fue superior. Eso hará que más modelos estén alcanzados por este tributo que se conoce como impuesto "al lujo". Con el tipo de cambio del viernes, los 0km de más de u$s27.000 estarán penalizados, lo que ubica a la escala en uno de los niveles más bajos desde que rige esta carga fiscal. Es decir, más modelos deberán tributar lo que encarecerá su precio en un 25%, algo que hará que se dejen de comercializar porque desaparecerá la demanda.
"Entendemos el contexto económico y la negociación que se está llevando por la deuda. Es comprensible. Los dólares son escasos y el rubro automotriz no está entre los esenciales. Sin duda, estas medidas tendrán impacto y será más difícil reponer unidades. Eso hará que muchos modelos falten en el mercado", señaló a Ámbito Hugo Belcastro, presidente de la cámara que agrupa a las marcas importadas (CIDOA). Esta entidad ya había adelantado la semana pasada que este año, para el mercado automotor, sería el peor desde el 2002.
En la práctica, este fenómeno de desabastecimiento de 0km de segmentos altos ya estaba sucediendo como consecuencia de la mayor demanda provocada por la brecha con el "blue". Ahora, se profundizará porque, en este contexto, será más complicado importar. Por un lado, por los mayores controles aduaneros que dificultarán el ingreso de vehículos. Se sabe que, en muchas ocasiones, los trámites de importación, puede usarse como una barrera para el ingreso de mercadería. Pero también los importadores restringirán sus compras ante la incertidumbre cambiaria. "Si no hay dólares y tenemos que recurrir a la compra fuera del mercado oficial, se van a hacer menos operaciones y a otros valores" explicó el representante de una marca extranjera de autos. Lo que daba a entender este empresario es que los precios subirán para quienes estén dispuestos a pagarlos o "desaparecerán" de la oferta.
La preocupación no es sólo de los importadores. Los fabricantes de autos también están en estado de alerta. El 70% de los 0km que se venden llegan del exterior. En su mayoría importados por las fábricas radicadas en el país. También la gama baja puede sufrir faltantes. A esto se suma que los 0km nacionales tienen alrededor de 70% de piezas importadas. Aquí se repite el problema. Si hay demoras para ingresar las piezas, puede provocar que se corte la producción que trabaja con mínimos stocks. A la vez, si no hay acceso a dólares al cambio oficial y hay incertidumbre de su valor a la hora de tener que pagar una compra (a veces, 90 días después), los industriales - muchas pymes - restringirán las compras con el lógico impacto en la producción.
Nadie quiere quedar descalzado entre una operación y otra y correr el riesgo de pagar el costo de una devaluación. El viernes, en ADEFA (fabricantes de autos), fue un día movido en contactos entre sus socios. Temen estar viviendo un "déja vu" de la situación sufrida en 2015 cuando, por falta de divisas, acumularon una abultada deuda con casas matrices y proveedores extranjeros de autopartes hasta el punto de hacer peligrar la producción. "Hay preocupación por la viabilidad del negocio y de las inversiones. No se puede ‘vivir con lo nuestro' porque el sistema de producción está diagramado en base a un intercambio entre países. De otra manera, es imposible" señaló un ejecutivo del sector.
En 2015, las empresas acumularon deudas millonarias con proveedores externos quienes advirtieron que dejaría de hacer envíos hasta la cancelación de las mismas. Esto hizo que la producción tuviera frecuentes interrupciones por falta de insumos.