14 Abr 2020
a excepción de un sector del noroeste de la provincia de Santa Fe y noreste de la de Córdoba. En parte por el uso intensivo de los cultivos sin reposición completa en los suelos agrícolas y por otro lado a deficiencias originales en aquellos dedicados a la ganadería, generalmente bajos, también sin el agregado de dicho nutriente, en la medida que se extrae con la cría de bovinos.
Estos niveles escasos de P afectan la producción de forraje y la composición botánica de las pasturas, en función de las exigencias que tienen cada una de las especies que la integran. Lo ideal sería tener mezclas, con forrajeras que exploran distintos perfiles de suelo y con diferente capacidad de crecer con niveles disímiles de P, pero en la realidad esto ocurre muy infrecuentemente cuando la alfalfa no forma parte importante de la siembra y se disponen de pasturas fuertemente desbalanceadas hacia el componente gramínea. Esto es común en pastizales naturales y en pasturas cultivadas degradadas por mal uso o muy antiguas.
La fuente de P que disponen las plantas es fundamentalmente la aportada por la roca madre. Este nutriente es de baja movilidad y fácilmente fijado por las partículas del ambiente edáfico, lo que implica que las raíces de las especies integrantes de la pastura deben llegar al mismo para absolverlo. Este hecho determina que no todas las forrajeras tienen la misma capacidad de extraerlo de la solución del suelo. Este es una pequeña parte del P edáfico total, que está disponible por las plantas y que a su vez depende del desarrollo radicular desde la siembra en adelante. Como en la implantación el desarrollo de las raíces es escaso, las respuestas normalmente son mayores.
Los requerimientos de P son diferentes entre distintas familias de forrajeras, principalmente debido al desigual sistema radicular que permite por ejemplo, que las gramíneas con sus raíces en forma de cabellera abundante, remueven el perfil superior del suelo mucho más intensivamente. Sin embargo, también es distinto en una misma familia, tanto la capacidad de explorar el perfil edáfico como de crecer con limitantes del nutriente, así por lo tanto, en las leguminosas el nivel de P del suelo para desarrollar su potencial productivo es incomparable. Las necesidades del nutriente son en el siguiente orden: alfalfa >trébol rojo > lotus corniculado >trébol blanco > lotus tenuis. El nivel crítico para alfalfa es de 18-25 mg.kg y en cambio en las otras especies es mucho menor.
El aporte de P por medio de la fertilización es una práctica que ha demostrado en general un efecto positivo sobre la producción de forraje en la región pampeana, donde se ha determinado deficiencias del nutriente y esta es mayor cuanto más importante es la escasez de P. Recientemente el uso de fertilizantes micro y nanoparticulados es una herramienta que aumenta la eficiencia de los fertilizantes, permitiendo el uso de menores dosis, que las tradicionalmente utilizadas tanto en pasturas como en cultivos agrícolas.
Acompañando la disminución del contenido de P de los suelos aparece la disminución del pH (en realidad en muchos casos la disminución del pH es la causa de su baja disponibilidad) y otros elementos minerales como Ca y Mg y se espera que la respuesta sea mayor al agregado del P si se corrigen estas deficiencias que limitan su aporte a las plantas.