Fue en Vietnam donde el presidente Mauricio Macri dio la clave de lo que se significa en el contexto argentino una muestra como Expoagro, que comenzará el martes próximo. Allí invitó a empresarios y funcionarios de ese lejano país asiático a que recorran la exposición para conocer la tecnología que les permitirá producir alimentos.
Maquinaria agrícola, genética de semillas, almacenamiento de cosecha, protección de cultivos, sistemas de financiamiento, organización empresarial e incorporación de nuevas tecnologías ( AgTech) son, entre otros, el corazón de una red productiva que, pese a las dificultades del país, se mantiene a la vanguardia mundial. Ya no es solo la cuestión de exportar alimentos, sino también de vender conocimiento y trabajo argentino. Hace tiempo lo demuestran los argentinos que irradian la siembra directa en África, venden sembradoras en Rusia o Ucrania o silobolsas y semillas en Estados Unidos, por ejemplo. Y podrían ser muchos más si la macroeconomía estuviera en orden.
Con la invitación a los vietnamitas, Macri se apoya en el sector más dinámico de la economía, que responde a los incentivos y estímulos con más producción. Es consciente que el campo es de los pocos rubros que traerá buenas noticias este año, con la recuperación de las cosechas de soja y maíz tras las sequía del año pasado.
A nivel global, un volumen de 126 millones de toneladas, según la metodología del sector privado, podría representar, como mínimo, una recuperación de los US$ 8000 millones en divisas que dejaron de ingresar en 2018. Diferente es el nivel individual de cada productor o empresa agropecuaria. La inflación, las elevadas tasas de interés y el aumento de la presión impositiva por los derechos de exportación afectan los números de cara a la próxima campaña.
Ese reconocimiento, ¿servirá para que Macri haga algún anuncio en Expoagro? En la Secretaría de Agroindustria preparan algunas propuestas. Descartan que giren alrededor de una baja de los derechos de exportación. Las necesidades fiscales mandan, dicen. En 2018 Macri prometió la reducción y simplificación de trámites para la campaña agrícola, lo que se fue aplicando con el Sistema de Información Simplificado Agrícola (SISA). "Creemos que en la campaña gruesa va a funcionar mejor que en la fina", reconocen en Agroindustria.
El eje de la mejora de la competitividad por la reducción de la burocracia seguirá sosteniéndose, afirman en Paseo Colón. Los otros son la apertura de mercados - "triplicamos las posibilidades de acceso en tres años", afirman- y el logro de acuerdos en las mesas de competitividad. Sobre este punto, destacan los avances en forestación (bitrenes, exportación de madera desde Entre Ríos) y el sinceramiento en la cadena de las carnes.
Hoy, esta cadena está en tensión tras la decisión de Agroindustria de reducir el peso mínimo de faena para hembras (se bajó a 260 kg) que provocó el apoyo de la producción y la oposición de los feedlots y la industria frigorífica exportadora. "No puede ser que haya eslabones que se beneficien en detrimento de otros", argumentan en la cartera agroindustrial. Ahora el foco estará puesto en la protección arancelaria al cuero.
Respecto de la visita de Macri a Expoagro, en Paseo Colón conjeturan: "Fiel a su estilo va a decir la verdad". Una verdad que, quizás, no le impida reconocer que todavía no hay condiciones similares para producir a las que tienen los países vecinos, con baja inflación, menor presión impositiva y tasas de interés internacionales.
En Agroindustria se apoyan en algunos números que parecen revertir situaciones críticas. "Menos mal que en lácteos apostamos a las exportaciones: el año pasado aumentaron 36% y el precio al tambero se está recomponiendo", dicen. Quizás este dato todavía sea insuficiente para quienes vienen de años de crisis de precios relativos bajos.
Más allá de las palabras, las presencias de Macri o de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, en Expoagro, podrían servir para que, además de mostrar la realidad y el potencial productivo de la actividad, se fortalezcan los lazos para que, en los momentos críticos, no se adopten medidas que vayan en el sentido contrario de lo que se necesita. La reinstauración de los derechos de exportación a los cereales y la suba al complejo sojero en 2018 fue, claramente, un paso atrás.
De igual manera, lo padecen cadenas agroindustriales, como el maíz pisingallo, que, en vez de pensar en su expansión, pierden negocios por un combo de retenciones y quita de reintegros. Y en Buenos Aires, la suspensión de la resolución que fijó parámetros para las aplicaciones de fitosanitarios también fue un retroceso. Sintonizar en la misma frecuencia requiere de correcciones habituales.
Por Cristian Mira