Un almuerzo es más que un simple almuerzo. Al menos en el mundo del gremialismo empresarial. Puede servir para distender, negociar o hacer contactos que sirvan en algún momento. Y también pueden disparar ideas.
Algo de eso sucedió el miércoles pasado en la sede de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), cuando los dirigentes de la Mesa de Enlace se reunieron con el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz.
El anfitrión, Dardo Chiesa, llamó a sus pares ruralistas para hablar no solo del presente, sino del mediano plazo. Se habló del impacto de las inundaciones, que castigaron fundamentalmente al norte de Santa Fe, Corrientes y Chaco y las dificultades que atraviesa la producción en general por un esquema de tasas de interés que están por las nubes. Esto último está frenando cualquier plan de inversión y muchos están contra las cuerdas. La solución no parece cercana.
Pero, además de los temas actuales, los dirigentes de la Mesa de Enlace se reunieron con un gobernador que, vaya novedad, está haciendo política. Y este es un año electoral, guste o no. Lifschitz está participando del denominado "espacio progresista" que mantuvo reuniones con el exministro de Economía Roberto Lavagna.
A más de uno se le encenderán las luces de alarma si prospera esa alternativa porque temen un regreso a las prácticas populistas. Sin embargo, la Mesa de Enlace allí comenzó a fraguar un trabajo que buscará extender a lo largo del año. Elaborar una propuesta de unos pocos puntos básicos para presentar ante los candidatos presidenciales.
"Lo que necesitamos es un modelo de desarrollo, no podemos tener una dicotomía entre la producción y las finanzas", dijo el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Daniel Pelegrina, sobre los motivos que impulsan a los ruralistas al diálogo. "Tiene que haber un contexto adecuado, con una moneda estable y sin inflación", añadió el ruralista, presente en el encuentro.
Un Estado más chico y eficiente que el actual, menor presión impositiva sobre la producción y la inserción de la Argentina en el mundo debieran ser políticas de Estado que continúen más allá del signo político que gobierne, sostiene el ruralista.
Claro, una cosa es sentarse a hablar con el gobernador del Partido Socialista y otra con la expresidenta Cristina Kirchner, potencial postulante para los comicios presidenciales de 2019. "No sé si lo haríamos, por acción y por omisión demostró que no quiso encontrarse con el campo", respondió el presidente de la Sociedad Rural a la pregunta de si hablarían con todos los candidatos.
Sea quien sea, lo cierto es que el ruralismo necesita impulsar consensos básicos para que los gobiernos vean a la actividad más allá de sus necesidades fiscales. Y también con la actual administración, que públicamente no se cansa de afirmar que el campo es "uno de los motores de la economía", pero a la hora de enfrentar dificultades para estabilizar el rumbo no duda en aplicar viejas recetas, como la de aumentar la presión impositiva
Quizás sea el momento de generar más ideas que apunten a construir una política agropecuaria. Hay otros países que no son precisamente dirigistas, como Estados Unidos, que la tienen y apuntan a lograr el desarrollo de las comunidades rurales. Experiencias para aprovechar hay muchas. El año electoral puede servir para discutir ideas y, si es posible, concretarlas.
Por: Cristian Mira