Rotania, primera cosechadora autopropulsada del mundo -un invento argentino-, volvió a recoger trigo a 90 años de su creación en un taller de Sunchales (Santa Fe).
La marca alemana Claas organizó en el campo "La Primavera", a 20 kilómetros de Balcarce, una exhibición para mostrar cómo trabajaba la máquina creada por los hermanos Rotania y cómo se trabaja ahora con una cosechadora de última generación, la Lexion 780, la más potente en su tipo.
"Para nosotros es un orgullo ver trabajar esta máquina antigua, industria argentina y que Claas, junto con la ayuda de otros fabricantes y aportantes, pudo restaurar en los años 2000. Desde entonces, compramos la patente de la máquina y esta pieza está en nuestro museo", apuntó Reynaldo Postacchini, vicepresidente de Claas Argentina.
Reynaldo y su hermano Alberto Postacchini fueron los que restauraron la vieja máquina que se lució en Balcarce y que descansa en un museo en su ciudad natal, Sunchales. La muestra en la cual colaboraron también la semillera KWS y la fabricante de tolvas Cestari, fue acompañada por unas 200 personas.
"Esto es un gran momento. Además de que lo pueden ver personas de distintas edades, productores y empresarios, también están los chicos del secundario de la escuela agrotécnica de Balcarce, quienes colaboraron con este encuentro y pudieron subirse a cosechar en una máquina de valores superiores a los 700.000 dólares", apuntó Postacchini.
Historia
La Rotania fue patentada en diciembre de 1929, aunque Alfredo Rotania, junto con sus hermanos (Miguel, Enrique y Fernando), habían comenzado a trabajar en ella tres años antes. Su intención era reemplazar el tiro lateral que hacían los caballos por un motor autopropulsado.
La máquina fue armada con un impulsor Hércules y diferencial de un camión Chevrolet '27; es de tracción delantera y tenía una caja de dos cambios hacia adelante y uno hacia atrás; posee un ancho de corte de 4 metros y trabaja a una velocidad de 4 kilómetros. "Está patentada y es respetada por todos los fabricantes del mundo como la primera cosechadora autopropulsada", recordó Alberto Postacchini.
Con este fierro (con mucha madera también) se cosechaba con bolsas de arpillera, que eran llenadas y cocidas arriba de la máquina. En la muestra, uno de los encargados de esta tarea fue José Luis Allochi, fabricante de las plataformas que llevaba colocada la Lexión.
Arriba de la máquina
Hoy la trilla triguera se puede hacer con una Lexion 780, que tiene un cabezal de 13,70 metros, una potencia de 628 caballos, 13 mil litros de tolva, trabaja a 6-7 kilómetros y hace 120 toneladas la hora. "Viene equipada con toda la tecnología que tiene un auto", graficó Alberto.
Los grandes datos técnicos de la jornada los arrojó el monitor de rendimiento de la Lexion. Trabajó una superficie de 2,55 hectáreas y levantó un trigo con 13 por ciento de humedad. El promedio de rendimiento fue de 5 toneladas/hectárea (con un pico de 6,5), considerado muy bueno porque en el lote había un bajo y el cereal había sufrido daños por helada.