La práctica de la siembra directa en hortalizas pesadas aparece como una muy buena alternativa para mejorar los rindes, asistido por un sistema de riego por goteo, de acuerdo a trabajos desarrollados por los técnicos del Instituto Nacional Tecnología Agropecuaria en el sur de la provincia de Buenos Aires.
Esa región, las condiciones climáticas y el riego la convierten en una de las zonas hortícolas más importantes del país. Para potenciar la producción de zapallos (cucurbitáceas) y hacer más sustentable los sistemas productivos, investigadores del INTA Hilario Ascasubi, producen diferentes especies de zapallos bajo siembra directa y riego por goteo.
"Por la gran cantidad de recursos, tiempo e insumos que demanda la producción de zapallos decidimos incorporar la tecnología de siembra directa y fertirriego por goteo a los cultivos de hortalizas pesadas", señaló Juan Pablo D´Amico, investigador de esa unidad del Inta.
En el Valle del Río Colorado, la producción tradicional de zapallo se caracteriza por la cantidad e intensidad de labores -tractores que remueven el suelo una y otra vez- y láminas de agua que inundan los surcos donde crecen las plantas, lo que implica una baja eficiencia en el uso de todos los recursos involucrados.
El vicepresidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), José Luis Tedesco, destacó el trabajo de investigación. "Si bien hay algunos puntos que marcan diferencias con la siembra directa tradicional -la cosecha de hortalizas requiere mover el suelo- queremos poner en valor los resultados contundentes de esta experiencia", manifestó. "La incorporación de tecnología puede marcar la diferencia", confió.
"En este caso, estamos mostrando que el mismo concepto de sistema sustentable bajo siembra directa se puede aplicar a las hortalizas pesadas como zapallo y cebollas, entre otras", dijo Tedesco.
Cubrir el suelo con restos vegetales de cosechas anteriores previene la erosión, ayuda a conservar la humedad y reduce la cantidad e intensidad de las labores que se realizan a lo largo del ciclo productivo. Además, la localización del riego y la fertilización mediante el goteo mejora considerablemente los resultados.
Además de los ahorros en la cantidad de tareas vinculadas con el cultivo, la adopción de la tecnología se puede traducir en número concretos: el zapallo anquito rindió hasta 50.000 kilogramos por hectárea. "Nuestros ensayos duplicaron los mejores rendimientos obtenidos en esta zona con riego por surco y fueron cuatro veces superior al promedio", afirmó D´Amico.
Patricio Varela, referente en tecnologías de riego, hace más de tres años que estudia cuál es la mejor manera de producir zapallo con labranza cero y fertirriego por goteo. "Queríamos combinar el riego por goteo y los beneficios de la siembra directa, debido a que previene la erosión y reduce la degradación del suelo y, además, sumamos ventajas como reducción en el uso de combustible, agua y energía para riego", resaltó Varela.
La cobertura del suelo no sólo mejora la estructura del propio recurso, sino que, además, permite un control más eficiente de las malezas y reduce el uso de herbicidas. "Los cereales de invierno como cultivo de cobertura o como rastrojo de cosecha muestran una mejor performance gracias al control de malezas que se logra y a la persistencia de la cobertura", expresó el investigador del INTA.
A lo largo de estos tres años, las experiencias se realizaron con centeno como cultivo de cobertura y rastrojos de trigo y maíz en zapallo anquito. También evaluaron alternativas de intercultivo trigo-zapallo tetsukabuto.
De acuerdo con Varela, "respecto de la mejor condición productiva de la zona, el zapallo bajo siembra directa, sumado a la tecnología de fertirriego, demandó sólo el 35 % de las labores, 30 % del agua estimada para riego y 85 % de las tareas de laboreo habituales"