La Niña es un tema excluyente por estos días en los mercados de granos, y todo indica que su protagonismo goza de buena salud. Es que este fenómeno climático impacta especialmente en dos regiones productivas que definen precios: la Argentina y Australia. Por razones contrapuestas -sequía en el primer caso y lluvias excesivas en el segundo- La Niña no es bienvenida en el hemisferio sur.
El punto es que para muchos especialistas ya está entre nosotros. La temperatura superficial del Océano Pacífico Central se encuentra 2 ºC por debajo de lo normal. También la presión barométrica se halla dentro de los límites compatibles con un fenómeno de este tipo. Así, lo que se discute ahora es su posible duración e intensidad.
En principio los australianos creen que el fenómeno será débil y relativamente corto, muy probablemente hasta el inicio del otoño en el hemisferio sur. El punto es que mientras para la nación continente sólo se vería afectada la recolección del trigo -no menor, por cierto- para nuestro país el impacto negativo alcanzaría a la cosecha gruesa de comienzo a fin.
En líneas generales una de las maneras de intentar ponerse a cubierto de un fenómeno Niña pasa por el manejo de materiales genéticos y fechas de siembra. Nuestro hombre de campo tiene el know how necesario para evitar que se quede con una parte importante de los rindes.