California vs Trump: el agro en el centro de la guerra arancelaria
La demanda de California contra los aranceles de Trump busca frenar un golpe al agro estadounidense y reabrir el debate sobre quién debe controlar la política comercial: ¿la Casa Blanca o el Congreso?
Hay algo más profundo que una pulseada legal en la demanda que California presentó contra la Casa Blanca por los aranceles de Trump. Hay una disputa de fondo entre dos visiones de país, donde el agro, el comercio exterior y la institucionalidad democrática están en juego.
El gobernador Gavin Newsom y el fiscal general Rob Bonta no eligieron un salón del Capitolio para lanzar su ofensiva. Lo hicieron desde una finca de almendras en el Valle Central, territorio agrícola, conservador, pero sobre todo productivo. Un símbolo. Porque el agro estadounidense -al igual que en América Latina- está pagando el precio de una guerra comercial que ni pidió ni provocó.
California exportó 183.000 millones de dólares en bienes en 2024, una buena parte de eso provino de frutos secos, cítricos, hortalizas y alimentos procesados. China, México y Canadá -objetivos directos de la política arancelaria de Trump- son los tres principales destinos.
¿El resultado? Más incertidumbre, mercados más caros y una previsible caída en los ingresos agrícolas.
Newsom fue tajante: "Trump está traicionando a quienes lo apoyaron". Y no exagera. En muchos condados que votaron por Trump en 2020, el agro hoy se enfrenta a pérdidas que afectan directamente el empleo rural, las cadenas logísticas y el acceso a insumos.
La demanda de California no es solo económica, es institucional. El argumento central es que el presidente no puede imponer ni levantar aranceles por capricho, sin pasar por el Congreso.
Pero Trump se apoya en la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA), una herramienta que fue creada para aplicar sanciones en contextos excepcionales, no para rediseñar el comercio mundial. Y aun así, ningún tribunal ha frenado a un presidente por usarla. Hasta ahora.
Si California gana, se abriría la puerta para que el Congreso recupere el control sobre la política comercial, algo que más del 50% de los estadounidenses -según encuestas recientes- considera necesario.
Fuente: Encuesta de CBS News/YouGov, del 8 al 11 de abril
Lo que está ocurriendo en EE.UU. no es ajeno al resto del continente. Para el agro argentino, brasileño, mexicano o colombiano, las políticas arancelarias de Washington son un factor decisivo en la competitividad internacional. Y si Estados Unidos normaliza el uso político del comercio, no hay tratado ni acuerdo que aguante.
Por eso lo que pase con esta demanda también nos incumbe. No por una cuestión de geopolítica lejana, sino porque el comercio agrícola es hoy una red interconectada, donde lo que se decide en San Francisco o Washington termina impactando en Rosario, en Mato Grosso o en Veracruz.