Opinion

Cien años de devaluación y 23 de retenciones: el precio eterno del agro argentino

La nueva devaluación de abril de 2025 confirma un patrón repetido en la economía argentina: atraso cambiario, cepo, presión fiscal y castigo al campo. ¿Hasta cuándo una estructura productiva que solo premia la especulación?

17 Abr 2025

 Cada vez que Argentina entra en un nuevo ciclo devaluatorio, el sector agropecuario -el mismo que sostiene las reservas, las exportaciones y buena parte del empleo regional- vuelve a ser víctima de un modelo económico que se ajusta siempre por el lado de la producción real y jamás de la especulación financiera .

Este abril de 2025 no fue la excepción. La devaluación, que rondó entre el 10 y el 20%, ya había sido anunciada tácitamente por analistas y anticipada por el propio comportamiento del mercado. No hubo sorpresa. Hubo resignación.

Y, como hace más de dos décadas , las retenciones volvieron a consolidarse como una herramienta de ajuste crónico . En rigor, desde 2002 en adelante, los derechos de exportación jamás desaparecieron del radar fiscal. Han sido el comodín de cada gobierno para sostener ingresos fiscales sin enfrentar reformas estructurales de fondo. Es decir: 23 años de un impuesto que desincentiva la inversión y castiga al productor .

Mucho se habla del cepo cambiario como medida de emergencia, pero rara vez se admite su verdadera raíz: la incapacidad estructural del modelo argentino para generar dólares productivos sin depender del campo . No es solo una herramienta técnica, sino el reflejo de una estructura económica incapaz de competir globalmente , salvo por el agro y sus cadenas de valor.

Como lo advertía una reflexión periodística recientemente rescatada, "el cepo no es una política económica: es la manifestación de una relación desigual con economías más productivas". El agro argentino, hipercompetitivo a escala global, es castigado con tipo de cambio artificial, presión impositiva récord y barreras burocráticas , mientras la renta financiera navega sin obstáculos.

Mientras se "perdonan" privilegios a sectores concentrados urbanos o se blindan nichos subsidiados sin productividad, el agro enfrenta retenciones, múltiples tipos de cambio, derechos de exportación y trabajos logísticos . Y aún así, lidera las exportaciones, genera divisas y es el ancla federal de cientos de economías locales.

Pero la pregunta es: ¿hasta cuándo puede sostenerse este esquema?

Argentina lleva 100 años de devaluaciones recurrentes y 23 años de castigo fiscal constante al campo . Ninguna estrategia productiva puede florecer en ese pantano.

El mundo avanza, el agro también. ¿Y el modelo?

Brasil avanza sobre mercados que Argentina cede por improvisación. Paraguay se vuelve competitivo con menor carga fiscal. Uruguay seduce a las inversiones agroindustriales. Mientras tanto, el campo argentino debe pagar el precio de financiar al pais, una política sin visión exportadora y una macroeconomía que solo ve en el dólar un problema fiscal, no una oportunidad productiva.

La verdadera independencia económica no vendrá de un préstamo, una tasa o un plan fiscal externo. Vendrá cuando se entienda que castigar al agro es condenar al país.