EEUU

"No se puede jugar si no sabés las reglas": productores de EE.UU. en alerta por la nueva guerra de aranceles

El nuevo paquete de aranceles impulsado por la administración Trump genera un escenario de incertidumbre que golpea de lleno al agro estadounidense. Mientras las exportaciones mejoran, la política comercial pone freno al optimismo.

En un nuevo capítulo de tensión comercial global, el agro estadounidense vuelve a quedar en el centro de la escena. La administración de Donald Trump impuso un paquete de aranceles que incluye un 10% generalizado para muchos países y una medida extrema contra China: 145% de arancel (equivalente a un 145% sobre el valor importado), en una escalada recíproca sin señales de resolución inmediata.

Si bien algunos aranceles han sido suspendidos por 90 días y otros están siendo reconsiderados -como ciertos productos electrónicos-, la confusión reina. Y para la agricultura, ese desconcierto es sinónimo de vulnerabilidad.

"El problema es la falta de claridad. Si solo fuera contra un país como en la guerra comercial con China en el primer mandato, podrías redirigir el comercio. Pero hoy todos los socios comerciales están siendo alcanzados por alguna forma de arancel", advierte el economista agropecuario Chad Hart, de la Universidad Estatal de Iowa.

Según Hart, las exportaciones agrícolas suelen ser blanco fácil cuando un país impone sanciones o cambia su política comercial. Estados Unidos exporta más de lo que importa en productos como maíz, soja, trigo, carne porcina y aviar. Por eso, cuando otros países responden, el agro suele ser el primer sector dañado.

"En la práctica, la incertidumbre nos hace retroceder: un paso adelante, uno atrás. Y mientras tanto, el mercado gira sin saber para dónde ir", dice.

Paradójicamente, los reportes oficiales muestran que las exportaciones de maíz y soja han crecido en lo que va del año. De hecho, el maíz está viviendo su segundo mejor año de exportación desde 2020, y los subproductos de soja (harina y aceite) están en auge, impulsados principalmente por la demanda externa más que por el uso para biocombustibles.

"La soja está encontrando el crecimiento en la demanda que buscaba desde hace años", afirma Hart.

Justo cuando las exportaciones muestran signos de recuperación, llegan los nuevos aranceles. "El timing no puede ser peor. Los mercados quieren subir porque hay demanda, pero la política comercial frena ese impulso", resume.

Para Hart, no. "La incertidumbre no es sostenible. Si esto se prolonga, otros países van a encontrar nuevos socios. China ya lo hizo en 2018: reemplazó a EE.UU. por Brasil como proveedor de soja, y no ha mirado atrás."

También advierte que otros socios como Canadá o México podrían replantearse sus relaciones comerciales si las reglas siguen cambiando. "El comercio es una cuestión de confianza. Y la confianza no sobrevive en la incertidumbre", dice.

Hart propone seguir de cerca tres factores claves:

- Reportes de exportación del USDA: ¿Las ventas se mantienen o caen?

- Avances en negociaciones comerciales: ¿Cuándo y con quién empieza EE.UU. a sentarse a negociar?

- Relaciones con socios clave: Canadá, México, la Unión Europea, China, Corea del Sur y Japón. Todos deberían estar en la mesa cuanto antes.

Con el mercado en tensión, los productores en alerta y las exportaciones amenazadas por decisiones políticas, el agro estadounidense camina una cuerda floja cada vez más delgada. Mientras tanto, Brasil gana terreno. Y el mundo, al parecer, no va a esperar a que EE.UU. se ordene

Agrolatam.com