EEUU

Trump tensiona el comercio agrícola: el futuro de las exportaciones de EE.UU. entra en zona de turbulencia

Con nuevas tarifas en el horizonte, la agricultura estadounidense se enfrenta a una posible reconfiguración. ¿Seguirá siendo el comercio exterior el motor del agro o es momento de repensar los mercados internos y la diversificación productiva?

La estrategia comercial de EE.UU. en materia agroexportadora atraviesa un momento decisivo. Con el regreso del proteccionismo en la agenda de Donald Trump, el agro norteamericano analiza si es momento de redefinir sus prioridades o si aún puede apostar al esquema tradicional basado en las ventas externas.

"Los agricultores son grandes exportadores. Por más de 100 años, EE.UU. ha basado su modelo agrícola en exportar excedentes", explica Jacob Shapiro, director de investigación de The Bespoke Group.

El anuncio de nuevas tarifas, sumado a la falta de claridad sobre acuerdos bilaterales, genera preocupación entre productores, analistas y organismos de política económica. Shapiro advierte que Trump parece decidido a avanzar con sus amenazas, pese a que muchos creían que sería otra estrategia dilatoria.

"Trump no es solo retórica. Parece decidido. Y eso genera nerviosismo real entre los productores", señala.

Con más de 175.000 millones de dólares exportados en 2024, el agro estadounidense se apoya en pocos socios clave:

México, Canadá y China concentran el 50% del total exportado.

China compra:

- 20% de la producción de soja,

- 55% del sorgo,

- 20% del algodón,

- y 8% de los frutos secos (incluyendo el 18% de los pistachos).

Esto deja al sector expuesto a cualquier alteración diplomática o comercial, como las nuevas tarifas propuestas por Trump.

Shapiro compara los aranceles con un bisturí: "Puede ser una herramienta útil si se usa con precisión. Pero si cortás donde no corresponde, podés desangrar al paciente."

Propone aplicar tarifas en sectores puntuales, como el aceite de cocina usado de China o la canola canadiense, que según afirma, están desplazando al maíz y la soja estadounidenses del mercado de biocombustibles.

¿El futuro está dentro de casa?

Según John Newton, de la consultora Terrain, el verdadero desafío está en revitalizar la demanda interna y mejorar la calidad de los productos:

"La carne vacuna es un gran ejemplo: los productores invirtieron en genética y calidad, y hoy EE.UU. tiene un bife competitivo y valorado en su mercado".

Shapiro va más allá: "Las exportaciones ya no son el futuro. Hay que mirar al mercado doméstico. La era del crecimiento eterno de la población y la demanda externa puede estar llegando a su fin."

¿Y después de 2050, qué?

Un informe reciente de Terrain, The Big Shrink, indica que la mayoría de los países que importan maíz, soja, sorgo y trigo de EE.UU. tendrán poblaciones decrecientes para 2050.

"Una hipoteca agrícola tomada hoy se pagará en 2055. Lo que se negocie hoy determinará si ese modelo es viable o si necesitamos uno nuevo", advierte Matt Clark, economista de Terrain.

Clark plantea cuatro caminos para el agro estadounidense:

Expandir y diversificar mercados externos estratégicamente.

Capturar demanda de productos con mayor valor agregado.

Crear nuevas fuentes de ingresos.

Desarrollar una demanda interna sólida.

La política comercial de EE.UU. está reescribiendo las reglas del agro global. Para América Latina, este escenario plantea desafíos pero también oportunidades para ocupar espacios, captar inversiones y repensar alianzas. 

Agrolatam.com