Inundaciones históricas en Bolivia: el ganado nada donde antes pastoreaba
Las intensas lluvias en la región de Beni, Bolivia, anegaron campos de soja y zonas ganaderas clave. Miles de vacas luchan por sobrevivir en un paisaje transformado por el agua, mientras comunidades rurales enfrentan pérdidas devastadoras.
En la región rural de Beni, al noreste de Bolivia y cerca de la frontera con Brasil, las praderas donde pastaban vacas hoy están completamente sumergidas, obligando a los animales -y a los vaqueros que los guían- a nadar o caminar entre el agua en busca de zonas elevadas.
Las lluvias más intensas en décadas han convertido campos de soja, pastizales y comunidades en verdaderos ríos, generando una crisis agropecuaria y humanitaria que golpea a miles de familias. La situación no solo compromete el abastecimiento interno de alimentos, sino también las exportaciones hacia mercados clave como China.
"Esta inundación no es normal, es muy severa para esta época del año. El agua no deja de subir y es difícil predecir hasta dónde llegará", relató Gunther Amatller, productor ganadero local, mientras intentaba rescatar a su hacienda.
Según estimaciones locales, alrededor de 200.000 cabezas de ganado -un 2% del rodeo nacional- están en riesgo, afectadas por el agua, el cansancio y la pérdida de alimento. Beni es una de las regiones proveedoras de carne más importantes del país.
"Mis animales están flacos, sufren mucho. Además, en el agua hay muchas serpientes y hasta jaguares", denunció Teresa Vargas, propietaria del rancho Cheperepije.
A nivel nacional, las inundaciones ya afectaron a 590.000 familias y causaron al menos 55 muertes. En poblados como Puerto Almacén y Puerto Ballivián, muchas personas han abandonado sus hogares y viven en refugios improvisados al borde de las rutas.
"Cada día el agua sube más. Tuvimos que irnos", contó entre lágrimas Mayra Peralta, desplazada por la crecida.
En Loma Calatayud, el productor Jesús Martínez mostró cómo sus cultivos de arroz, plátano y yuca quedaron bajo el agua. Su esposa cocina en una plataforma de madera improvisada, mientras la casa está rodeada por una laguna creciente.
"Todo está bajo el agua", resumió Jesús.
En medio del desastre, mujeres indígenas como Edilberta Huaginoe cocinan en campamentos improvisados sobre tierra firme, intentando alimentar a sus hijos con lo poco que pueden rescatar.
"El arroz, la yuca, los plátanos... todo está inundado y no podemos sacarlo, está demasiado profundo", explicó. "Acá vamos a dormir hasta que baje el agua".
Los expertos advierten que el cambio climático está alterando los patrones de lluvia en la región, haciéndolas más erráticas y violentas. El río Mamoré, afluente del Amazonas, desbordó y arrasó todo a su paso, dejando en evidencia la vulnerabilidad del agro ante eventos extremos.