Trump impone una nueva era comercial: impactos globales y desafíos para la argentina
La historia recordará el 2 de abril de 2025 como un punto de inflexión en el sistema económico internacional.
Ese día, el presidente Donald Trump anunció una batería de aranceles generalizados que sacudió los cimientos del comercio global. Las consecuencias ya se sienten en Wall Street y amenazan con redibujar las alianzas geopolíticas. La Argentina, como otros países, observa con preocupación y cautela.
Cinco ejes, un mismo objetivo: el liderazgo global
Las nuevas medidas, lejos de ser sorpresivas, se inscriben en la doctrina "Primero América" que Trump comenzó a ejecutar desde su retorno a la Casa Blanca. Los cinco grandes ejes que impulsan su política arancelaria son claros: frenar la inmigración y el narcotráfico, restablecer equidad en el comercio, mejorar la recaudación fiscal, relocalizar industrias y recuperar protagonismo geopolítico.
El paquete de medidas incluye una sobretasa del 10% para la mayoría de los países -incluida Argentina-, con porcentajes más elevados para naciones como Vietnam (46%), Bangladesh (37%) o la Unión Europea (20%). En algunos casos, la aplicación comenzó el 5 de abril; en otros, el 9, con espacio para negociar excepciones.
Las represalias no tardaron en llegar. La UE, China, Canadá, Brasil y otros actores ya anunciaron contraataques. Canadá y China incluso iniciaron disputas en la Organización Mundial del Comercio (OMC), mientras Japón e India abrieron el diálogo para acuerdos bilaterales.
Argentina frente al nuevo escenario
Para Argentina, la situación abre una etapa de incertidumbre, desafíos, pero también oportunidades. Aunque el sector agroindustrial no está en la mira directa de Washington, también se ve afectado por el arancel adicional del 10%. Las exportaciones argentinas hacia Estados Unidos en este rubro alcanzan los USD 2.100 millones anuales, con productos clave como vino, miel, carne bovina, limones y aceite de oliva.
A pesar del impacto, Argentina no es un actor central en la balanza comercial estadounidense. En 2024, el país alcanzó un inédito superávit comercial con Estados Unidos, pero aún se ubica en el puesto 45 entre sus proveedores. Esta posición marginal podría protegerla parcialmente frente a represalias más severas.
Oportunidades ocultas en un mundo en reconfiguración
En este nuevo tablero, el rol de China será decisivo. El gigante asiático podría consolidarse como contrapeso geopolítico de Estados Unidos, atrayendo aliados comerciales. Al mismo tiempo, los desvíos de comercio provocados por los nuevos aranceles podrían abrir espacios para productos argentinos en otros mercados, sobre todo en Asia.
Por ejemplo, la reciente reapertura del mercado chino a la carne aviar argentina -tras el cierre por gripe aviar- coincide con la posibilidad de que Pekín reduzca importaciones agroindustriales desde Estados Unidos. Esto podría beneficiar a las carnes, los cereales y el aceite argentino, aunque también se intensificará la competencia de otros países que buscarán redirigir sus exportaciones.
Presión sobre el Mercosur
La postura argentina parece orientarse hacia un mayor acercamiento a Washington. La coyuntura será utilizada para presionar al Mercosur en busca de un acuerdo comercial con Estados Unidos. Si el bloque no acompaña esa estrategia, el gobierno argentino podría considerar caminos unilaterales, algo que ya genera tensiones en la región.
¿El inicio de una guerra comercial global?
Ken Rogoff, ex economista jefe del FMI, lo resumió con crudeza: "Es una bomba nuclear sobre el sistema comercial global". La posibilidad de una recesión en Estados Unidos ha sido elevada al 35% por Goldman Sachs, mientras JPMorgan advierte sobre impactos negativos si las represalias escalan.
Aunque algunos sectores productivos estadounidenses podrían verse beneficiados por los nuevos aranceles, el efecto inflacionario y el riesgo de ruptura de cadenas de valor globales ensombrecen el panorama.