El Gobierno Nacional aprobó en 2024 la mayor cantidad de productos biotecnológicos en casi 30 años
La cartera agropecuaria nacional termina el año con la mayor cantidad de autorizaciones de productos biotecnológicos de la historia, lo que marca un liderazgo a nivel tanto regional como mundial para el sector.
La Secretaría de Agricultura Ganadería y Pesca del Ministerio de Economía autorizó durante este año 25 productos biotecnológicos, tanto en vegetales como en microorganismos, cifra que representa un hito histórico ya que constituye el 24,53% del total de aprobaciones en nuestro país en 28 años.
Se trata del mejor resultado de uso seguro de cultivos biotecnológicos en el país y marca una línea de trabajo enfocada en agilizar los plazos de los trámites de evaluación, autorización y registro de cultivares, vacunas y levaduras modificadas genéticamente. En este sentido, supera ampliamente el mayor número anual alcanzado en 2018, con 16 productos aprobados.
El proceso de evaluación se realiza a través del trabajo de la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA), formada por un grupo interdisciplinario e interinstitucional de expertos en la biotecnología agropecuaria; y el SENASA. Cada entidad garantiza la seguridad para el agroecosistema, inocuidad alimentaria para consumo humano y animal, y los impactos productivos y comerciales de su liberación a gran escala.Asimismo, se destacan este año también los 19 productos biotecnológicos autorizados en microorganismos de uso agropecuario y agroindustrial que contribuyen a mejorar la productividad del agro argentino. Sobresalen las levaduras para potenciar la producción de bioetanol y las vacunas genéticamente modificadas para controlar enfermedades en porcinos y aves de producción agropecuaria.
La Argentina también es un gran productor de semillas biotecnológicas a contra estación, principalmente de maíz y soja que se producen para exportar a otros países. Este año nuestro país tuvo un pico de exportación comparado con los últimos 5 años, que se explica en gran medida por la apertura comercial hacia el conocimiento biotecnológico aplicado. Esto se traduce en un mejor posicionamiento de la Argentina en la industria semillera y un mayor ingreso de divisas para contribuir a la macroeconomía.