Ganadería

Novillos: Una categoría que sigue sin expresar todo su potencial

Los datos finales de faena y producción que acabamos de cerrar en 2024 vuelven a reflejar un estancamiento en la producción de carne, una constante en la ganadería argentina

. Con poco más de 13,9 millones de cabezas faenadas de enero a diciembre y untotal de 3,18 millones de toneladas de carne produ- cidas (equivalente carcasa), el peso medio por res en gancho se situó nuevamente por debajo de los 230 kilos, un techo que hasta el momento resulta dificil de superar bajo la actual estructura productiva.

Un claro ejemplo de cómo se viene ‘forzando la máquina' en términos de extracción de animales para faena se observa recurrentemente cada vez que el aumento en la oferta de carne se produce a expensas de los kilos obtenidos por res; es decir, aumentando la faena de animales más livianos sin lograr un incremento genuino y sostenible de la producción.

Por tanto, sin soslayar la importancia de las mejoras de base que se requieren en términos de índices de procreo y destete, el crecimiento sustentable de la producción de carne debe ir indefectiblemente de la mano de un aumento en los kilos producidos por animal. El mundo así lo exige, y los principales paí- ses productores de carne vacuna lo entienden.

Basta con compararnos con Uruguay, país vecino con el que compartimos varios aspectos relaciona- dos con el manejo ganadero: el ambiente, las razas predominantes e incluso un sistema de crianza pastoril. Sin embargo, con un enfoque estratégico mucho más orientado hacia la exportación, Uru- guay supo direccionar su ganadería hacia la producción de animales más pesados, capaces de abastecer con carne de calidad los principales mercados del mundo.

En efecto, si comparamos los pesos de faena prome- dio en los últimos 15 años, vemos claramente cómo hemos ampliado la brecha contra Uruguay, quedan- do estancados por debajo de los 230 kilos obtenidos por res, es decir, más de 30 kilos de diferencia frente a lo obtenido por el país vecino. Esta comparación resultaría aún más impactante si se realizara contra países como EE.UU., Australia o incluso Brasil, donde, por una combinación de características raciales y sistemas de engorde, las diferencias en pesos de faena suelen ser aún mayores.

Claramente, uno de los grandes pendientes que tiene la ganadería argentina, y que subyacen a estos diferenciales de producción, es la recuperación de una de las categorías que más potencial ofrece para aumentar de manera genuina la cantidad de kilos logrados por animal faenado: los novillos.

En reiteradas ocasiones hemos tratado el tema del faltante estructural de novillos que sigue habiendo en nuestro país, producto, entre otras causas, de varios años de políticas orientadas a favorecer la faena de animales livianos destinados al consumo local, en detrimento de lo demandando por la expor- tación. A su vez, condiciones macroeconomías poco favorables para producciones de horizontes más largos han desincentivado históricamente este tipo de esquemas productivos en Argentina.

En efecto, si analizamos el perfil de faena en 2024, los novillos aportaron solo 1 millón de cabezas al nú- mero general; esto es apenas un 7% de faena total, mientras que en Uruguay la participación de esta categoría alcanzó, en igual período, un 18%, es decir, unos 400 mil novillos de más de 6 dientes sobre una faena total de 2,25 millones de cabezas.

A su vez, mientras el promedio de pesos en Argentina -incluyendo novillitos- fue de 245 kilos, en Uruguay se obtuvieron unos 289 kilos de carne por novillo faenado, es decir, un 18% más que en nuestro país.

Solo a modo de referencia, si extrapoláramos esos mismos ratios a los números que procesa anual- mente nuestro país, sobre una faena de 14 millones de animales, una participación del 18% de novillos nos llevaría a sacrificar unos 2,5 millones de novillos anuales, es decir, 1,5 millones más que las procesadas durante este último año.

Para ello, sin cambios en el stock general, 1,5 millones de animales que hoy se faenan como novillitos deberían lograr el salto de categoría.

A su vez, con solo incrementar el peso medio de faena de esos novillos en un 10%, es decir, logrando un equivalente en gancho de 300-310 kilos de carne por res frente a los 282 kilos actuales y los 238 kilos con los que, en promedio, se sacrifican los novillitos, podríamos incrementar la producción en más de 100 mil toneladas, aun sin mediar cambios en el número total de animales en stock.

En definitiva, se trata de cambios que, en el marco de una economía más estabilizada, con menores costos financieros pesando sobre las producciones de ciclos largos y en la medida en que la industria exportadora no siga perdiendo competitividad por los elevados costos internos que aún pesan sobre la economía local, deberían poder plasmarse independientemente del tan esperado crecimiento estructural del stock ganadero nacional.