¿Podemos alimentar al mundo y frenar el cambio climático al mismo tiempo? Un estudio revela que sí
En un contexto donde el cambio climático amenaza la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del planeta, la tierra emerge como un recurso clave
Más allá de ser el sustento de la agricultura, también juega un papel crucial en la captura de carbono y la generación de energía limpia. Sin embargo, la gran pregunta persiste: ¿puede la tierra cumplir con estas demandas sin colapsar bajo la presión humana?
Un reciente estudio publicado en Frontiers in Environmental Science aporta una respuesta alentadora: sí, es posible. Basado en el escenario "Sky 2050" de Shell, que prevé un futuro con un calentamiento global limitado a 1,5 °C para 2100, el análisis sugiere que es viable aumentar la producción de alimentos, proteger los hábitats naturales, expandir las energías renovables y capturar carbono sin que estas actividades compitan entre sí.
La tierra como aliada climática y alimentaria
El estudio utilizó un modelo desarrollado por el MIT para evaluar cómo las tierras no urbanizadas podrían integrar soluciones climáticas como la reforestación, parques eólicos y solares, y tecnologías agrícolas avanzadas. La conclusión fue sorprendentemente optimista: incluso con la implementación de estas medidas, las necesidades agrícolas pueden satisfacerse.
Un hallazgo clave fue el impacto positivo del biocarbón, un subproducto agrícola que mejora la fertilidad del suelo mientras captura CO2. Según el modelo, para el 2100, más del 60 % de las tierras agrícolas globales incorporarán alguna solución basada en la naturaleza.
Un futuro donde la agricultura y la naturaleza coexisten
La investigación destaca que prácticas agrícolas sostenibles, como la agroforestería o el uso de cultivos fijadores de nitrógeno, permitirían aumentar la productividad sin ampliar la frontera agropecuaria ni comprometer los ecosistemas. Además, prevé una transformación en el uso de la tierra: los terrenos de pastoreo disminuirán debido a políticas ambientales más estrictas y la reducción del impacto de la ganadería intensiva.
En este escenario, la producción alimentaria per cápita podría aumentar un 161 % entre 2020 y 2100, sin sacrificar más territorio ni biodiversidad. Esto implicaría una revolución en los sistemas alimentarios actuales, enfocándose en la eficiencia y sostenibilidad.
Energías renovables: un uso estratégico de la tierra
Las energías renovables también son parte del rompecabezas. Según el estudio, las instalaciones solares y eólicas requerirán entre el 3 % y el 5 % de la superficie terrestre mundial, pero su localización estratégica garantizará que no interfieran con la agricultura ni los hábitats naturales. Esto refuerza el potencial de una coexistencia equilibrada entre energía limpia y conservación ambiental.
El camino hacia un futuro sostenible
Aunque el panorama es esperanzador, los investigadores advierten que alcanzar este equilibrio requerirá un compromiso masivo. Gobiernos, industrias y consumidores deben adoptar soluciones basadas en la naturaleza, implementar tecnologías agrícolas sostenibles y reducir el desperdicio de alimentos.
Las conclusiones del estudio son claras: con voluntad política, avances tecnológicos y acción colectiva, la humanidad puede construir un futuro donde la tierra no solo sea el sustento de nuestra especie, sino también un pilar esencial para enfrentar el cambio climático.