Consumo

La carne cultivada no le interesa a la sociedad

El producto se ha convertido en un tema candente otra vez, tras la aprobación de su producción y venta

La carne cultivada se ha convertido en un tema candente otra vez, tras la aprobación de su producción y venta

En los últimos años, es cierto que la ciencia y la tecnología han llevado a cabo avances muy llamativos en materia de alimentación. Entre estas innovaciones se encuentra la carne cultivada en laboratorio, una revolución en la industria que, más o menos desde principios de este siglo, ha estado prometiendo que cambiará la forma en que consumimos carne en la actualidad.

Este tipo de noticias suelen causar mucho revuelo, pero no sé hasta qué punto generan interés real entre la sociedad. Por este motivo, he acudido a Google Trends para intentar conocer un poco mejor sobre la importancia que han generado las búsquedas relacionadas con la carne de laboratorio.

Por lo pronto, en España podemos ver que, desde 2004, que es el momento en el que se inicia el histórico de búsquedas, el interés parece mantenerse bastante lineal y no se observan tendencias de ningún tipo.

Búsquedas en España sobre la carne cultivada entre 2004 y 2023.

Cuando realizamos esta misma búsqueda pero a nivel mundial, sí se observa una cierta trayectoria ascendente en las búsquedas, que tiene su zenit hace escasas semanas, cuando precisamente salieron las primeras noticias sobre que el gobierno estadounidense autorizaba a dos empresas a producir y vender este tipo de productos, o que el gobierno italiano iniciaba el proceso legal para prohibirlos por completo.

Búsquedas a nivel mundial sobre la carne cultivada entre 2004 y 2023.Introducción de carnes convencionales en la ecuación

Por otro lado, para medir de alguna forma la relevancia de este interés social sobre la carne cultivada en las búsquedas a través de Google, he comparado este dato con la trascendencia que proporcionan las búsquedas sobre carne de cerdo o carne de vacuno.

Como se puede observar, en España, tanto la carne de cerdo (línea en rojo), como la carne de vacuno (representada en amarillo), generan un interés infinítamente mayor que la carne cultivada. Además, en ambos casos, la tendencia es creciente desde 2004 hasta el día de hoy. Por otra parte, vemos que la carne de cerdo siempre se ha situado por encima del vacuno, pero en los últimos años la horquilla entre ambos ha aumentado en favor del porcino.

Búsquedas sobre carne de cerdo, carne de vacuno y carne cultivada en España, entre 2004 y 2023.

Cuando extrapolamos este análisis a nivel mundial, vemos que la situación se repite. El interés del vacuno y el porcino están en otra liga con respecto a la carne cultivada (representada en azúl), que apenas se vislumbra y pareciera ser una línea recta. Igual que en España, el interés por ambas carnes de origen animal va incrementándose a medida que pasan los años. La única diferencia la encontramos en la horquilla entre el vacuno y el porcino, que parecen haber ido igualándose con el paso del tiempo.

Búsquedas sobre carne de cerdo, carne de vacuno y carne cultivada a nivel mundial, entre 2004 y 2023.

La carne cultivada no genera ningún interés

Lo curioso de estos datos es que, por mucha expectación generada a través de los medios, la carne de laboratorio apenas le interesa a la población y, lo que es más llamativo, tanto la carne de vacuno como la porcina, generan un interés creciente y constante.

A pesar de todos los beneficios que promete la carne cultivada, lo cierto es que la poca inquietud que genera en la sociedad es un hecho. Y esto se debe, sobre todo, a una serie de barreras psicológicas y culturales arraigadas en la tradición y las costumbres, ya que la carne ha sido, y sigue siendo, un pilar fundamental de la dieta humana durante siglos, y muchas personas sienten un apego emocional a su consumo tal y como lo conocemos.

Además, existe cierta desconfianza hacia lo que se percibe como ?comida de laboratorio' y la población suele sentirse más cómoda consumiendo alimentos provenientes de métodos tradicionales.

Por Jorge Cocero