Cultivando almendras en Buenos Aires: una historia de éxito familiar
La familia Irastorza se ha convertido en pionera en la producción de almendras en el sur bonaerense, aprovechando el potencial de este mercado en crecimiento y diversificando los sistemas de producción tradicionales de la región.
La producción nacional de almendras ha demostrado ser una alternativa prometedora con un alto potencial. A pesar del crecimiento del mercado interno en los últimos años, todavía se importa alrededor del 80% de las almendras consumidas en el país. Esta situación ha abierto oportunidades para productores como la familia Irastorza, que han logrado trascender las fronteras mendocinas del cultivo del almendro.
Diego Irastorza, junto con sus dos hermanos y su padre Javier, quienes se dedican a la producción agrícola, han transformado su campo ubicado entre Bahía Blanca y Coronel Dorrego en la provincia de Buenos Aires. Inicialmente centrados en cultivos anuales extensivos como trigo, cebada y maíz bajo siembra directa, hace aproximadamente diez años decidieron incursionar en una actividad completamente diferente: el cultivo de almendros.
La elección de los almendros como nuevo cultivo se basó en diversas razones. Guiándose por la experiencia de un productor vecino y amigo de la familia, comenzaron de manera gradual. Después de una exhaustiva investigación, en 2015 lograron implantar las primeras 5 hectáreas de almendros en su establecimiento, adquiriendo ejemplares de Mendoza, la principal zona productora del país. En la actualidad, disponen de 20 hectáreas dedicadas a esta producción.
Cuando se les pregunta por qué eligieron sembrar almendros, Diego Irastorza explica: "Las producciones alternativas como esta aumentan el valor agregado de las tierras. Estamos abriendo camino y somos pioneros en esta producción. Nuestra apuesta es seguir el modelo europeo, diversificando nuestras producciones".
Para incursionar en el cultivo de almendras, es necesario considerar las condiciones ambientales. El almendro es muy sensible al anegamiento, por lo que requiere suelos sueltos. Afortunadamente, en el sur bonaerense, donde se encuentra el establecimiento de la familia Irastorza, los suelos son franco arenosos, lo que resulta favorable para el cultivo.
Otro factor importante a tener en cuenta son las heladas tardías, ya que pueden afectar negativamente el desarrollo y rendimiento de los frutos. Para evitar este problema, los almendros deben estar ubicados cerca de la costa, donde hay menos probabilidades de sufrir daños por heladas. En cuanto a las lluvias, dado que hay períodos críticos para el cultivo en los que no pueden prescindir de agua, se recomienda contar con un sistema de riego por goteo, opción elegida por la familia Irastorza.
A partir del tercer año de implantación, los almendros comienzan a producir, pero es entre el cuarto y quinto año cuando se alcanza una producción comercial. Según Diego Irastorza, el pico de producción se espera que se dé alrededor del séptimo año. Una vez cosechadas, las almendras son enviadas a la provincia de Mendoza para su pelado y posterior comercialización en el mercado interno. Actualmente, los Irastorza recolectan entre 600 y 700 kg de frutos por hectárea por cosecha, pero están entusiasmados con alcanzar los 1000 kg por hectárea.