Que te presten es una lucha
El crédito al sector privado está en el nivel más bajo desde 2006. En semejante contexto, el gobierno insiste en castigar al que no vendió toda su soja, si bien trata de disimularlo
El crédito al sector privado está en el nivel más bajo desde 2006. En semejante contexto, el gobierno insiste en castigar al que no vendió toda su soja, si bien trata de disimularlo.
Campaña áspera después de haberlo perdido todo a manos de la seca. Hay que arrancar rápidamente con el trigo, especialmente ahora que ha llovido, y en paralelo corresponde entrever cómo pagar las cuentas pendientes. En esta coyuntura sería vital contar con financiamiento razonable, pero más allá de algunas líneas que deben buscarse con lupa, el asunto está más que complicado.
Una economía que no facilite el acceso al crédito para sus actores más dinámicos se verá en serias dificultades para poder crecer de manera sostenida. Por cierto, también en ese sentido la Administración acumula datos estadísticos que son los peores en mucho tiempo. Fue la Fundación Libertad y Progreso la que reveló que, ajustando por inflación, el crédito total al sector privado muestra el nivel más bajo en 17 años. El pico de préstamos se alcanzó en mayo de 2018; desde entonces la operatoria se contrajo un 44,6%. Visto desde otro ángulo, si se hubiese acompañado la inflación, aquel pico de créditos hoy sería 2,2 veces más alto de lo que es.
Considerando rubro por rubro el panorama es igualmente desalentador. Los préstamos personales ajustados por inflación tocaron un volumen mínimo desde noviembre de 2005, el crédito con tarjetas se ubica en su nivel más bajo en 12 años, y el stock de créditos hipotecarios se halla en el umbral más modesto desde principios de la década de 1990. Solo se salvan los prendarios y los documentos.
Los economistas de la Fundación atribuyen a los parches del gobierno tener uno de los ratios de crédito-PBI más bajos del mundo (en torno al 15% del producto). Para peor, el sector privado debe competir con esa verdadera aspiradora de pesos ajenos en que se ha convertido el Estado, un monstruo insaciable que necesita muchísimo dinero para sostener el exceso de gasto y termina llevándose gran parte de los créditos disponibles.
En medio de semejante panorama la noticia indica que el ministro Massa le ha pedido al presidente del Banco Central, Miguel Pesce, que deje sin efecto la comunicación "A" 7720, por la cual se establece una sobretasa de casi 20 puntos para aquellos productores de soja que tengan un acopio de más del 5% de su producción anual.
El titular de Agricultura pretendió ponerse del lado de los buenos indicando que los agroempresarios utilizan la soja para cubrirse de eventualidades desfavorables en materia productiva, como sequía, granizos y plagas. Se olvidó de la megainflacion que su propio gobierno ha generado.
Las sensaciones son encontradas. Por un lado suena coherente la intención de terminar con esta injusticia; la medida es de una arbitrariedad alarmante. Por el otro sorprende sobremanera la postura de Economía, ya que esta nueva traba al funcionamiento del agronegocio se trató de una decisión estrictamente política, que de ningún modo puede haber tomado Pesce per se. Quizás Massa convenció a quienes marcan la impronta ideológica dentro de este grupo gobernante de que en este momento es más importante que el productor se sienta menos forzado a liquidar la soja que honrar el espíritu de Sierra Maestra.
El dirigismo es moneda corriente en los últimos años, y generalmente no conduce a un futuro venturoso. En referencia al crédito disponible, el economista Aldo Abram destaca que de cara a las elecciones se beneficia demagógicamente al consumo y se privilegia a algunos sectores, respecto de aquellos que en el sector productivo hubieran hecho un uso más eficiente de este recurso.
La referencia se vincula con la ampliación de los límites de las tarjetas de crédito. Que un burócrata decida qué hará el banco con la plata que hemos depositado es francamente absurdo, y puede terminar mal, como ha ocurrido otras veces. Por eso la gente escapa del sistema financiero y trata de poner su plata lejos de la mano de los gobiernos populistas y con baja estima por la propiedad privada. Pero lamentablemente, sin depósitos no hay crédito. Así estamos.