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Virtudes y desafíos de la industria aceitera argentina

Se presenta un análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas (FODA) de la industria aceitera argentina con miras en los desafíos que se tienen de cara al futuro para el sector agroindustrial.

 Al analizar el sector agroindustrial argentino, uno de los pilares de la producción, agregación de valor y exportación es la pujante industria aceitera que ha logrado consolidarse en nuestro país desde finales del siglo pasado hasta la actualidad. Al analizar los productos procesados por el cluster agroindustrial destaca en sobremanera el grano de soja con una participación aproximada del 92% del total seguido por el girasol con un guarismo mucho menor del 6%. Mientras que el maní, algodón, canola y lino representan en su conjunto menos del 1% del total.

En el último informe semanal  de la BCR, se presentó una aproximación a un análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas (FODA) de la industria aceitera argentina. En base a lo comentado en el párrafo precedente, la centralidad se encuentra en el cultivo soja debido a la mayor participación relativa que presenta en el procesamiento total de la industria, aunque sin descartar la importancia de cada uno del resto de los productos que se destinan a la industrialización.

Fortalezas

1. Capacidad de procesamiento

Tal como se observa en el siguiente cuadro, Argentina cuenta con una gran capacidad de procesamiento de oleaginosas con 67,5 millones de toneladas anuales según datos de J.J. Hinrichsen y estimaciones propias para el año 2020. En comparación con otros países de la región, Argentina no cuenta con una gran cantidad de fábricas tal como registra Brasil, pero destaca su escala productiva ya que su capacidad de procesamiento medio por planta (5.387 t) es mucho mayor al resto de los países de la región.

De esta forma, tal escala productiva sumado a otros factores como la cercanía de la producción a las fábricas con salida a la vía fluvial-marítima brindan una gran eficiencia a la cadena de valor y competitividad internacional a las harinas y aceites vegetales argentinos.

2. Saldo exportable de aceites y harinas

Al analizar la oferta exportable de los principales países productores de derivados oleaginosos que compiten con la producción argentina, nuestro país se caracteriza fundamentalmente por su bajo ratio de consumo local en comparación a la producción total de subproductos. En el caso de harina de soja la utilización interna es de solo el 10,6%, mientras que en aceite de soja el 26,4%. En el caso de los subproductos de girasol (harina y aceite), la utilización es mayor y cercana al 50%, respectivamente.

A pesar de que Argentina no es el mayor productor de soja, el bajo consumo interno le permite ostentar un gran saldo exportable que convierte a nuestro país en el principal proveedor global de dichos subproductos. En el caso del girasol, un mercado mucho más pequeño dominado por Rusia y Ucrania, nuestro país se ubica en los primeros puestos también debido al saldo exportable que presenta en aceite, como así también en harina.

3. Cercanía de la producción al cluster agroindustrial del Gran Rosario

Respecto a la ubicación geográfica del conjunto de fábricas industrializadoras de oleaginosas, la mayor parte de la capacidad instalada se encuentra a la vera del Río Paraná en la región del Gran Rosario.

Tal como se puede observar en el siguiente cuadro, el 80% de la capacidad instalada de la molienda de oleaginosas se encuentra en Santa Fe y casi en su totalidad en las localidades aledañas a Rosario. Bajo esta estructura fabril, un elemento de gran relevancia es la cercanía de la producción a tal zona industrial con foco en la exportación. Aproximadamente el 78% de la producción de soja de Argentina, el principal cultivo industrializado localmente, se encuentra dentro de un radio de 300 km de las fábricas portuarias que circundan el Gran Rosario, siendo esto y el perfil exportador de la industria lo que ha determinado fundamentalmente la localización de la mayor parte de las plantas aceiteras en la región. De esta forma, la gran escala productiva, la cercanía de la producción a las fábricas y al mismo tiempo a la salida exportadora, brinda al sector una gran fortaleza y competitividad a nivel internacional.

Oportunidades

1. Proyección de precios favorables para harinas y aceites vegetales

Siguiendo las proyecciones de FAO-OECD para el período 2021-2030, el precio de las oleaginosas y productos derivados presentaron un gran aumento en la segunda mitad de 2020, debido a que la demanda mundial aumentó más rápidamente que la oferta. Si bien se espera una corrección a la baja para los próximos años, se proyectan mejores perspectivas para la producción y la eliminación gradual de las restricciones logísticas al comercio relacionadas con el COVID-19. A partir de entonces, se espera que los precios aumenten levemente en términos nominales, aunque se podría esperar cierta baja en términos reales hacia la tendencia a largo plazo.

En cuanto a determinantes claves de las tendencias de precios de las oleaginosas, la perspectiva de un aumento del precio real del petróleo crudo y el crecimiento económico sostenido tras la recuperación de COVID-19 deberían respaldar el precio de las oleaginosas y subproductos de cara al año 2030, mientras que las continuas mejoras de productividad ejercerían una presión a la baja sobre los precios reales.

2. Tendencia al alza en el consumo global de carnes por encima del crecimiento poblacional

Uno de los usos más importantes de las harinas vegetales es la alimentación animal. En este sentido, la evolución en la producción y el consumo de carnes es clave para pensar la demanda de dichos subproductos oleaginosos.

Siguiendo las últimas proyecciones de FAO-OECD 2021-2030, se registran expectativas de un crecimiento importante del consumo de carnes para la década en curso lo cual sería un factor favorable a la producción y comercio de granos y harinas vegetales. Centrando el análisis en carne vacuna, de cerdo y aviar, se espera un aumento del 13,4% en el consumo total. A nivel de tipo de carnes, el mayor incremento relativo se obtendría en carne aviar (17,4%), seguido por carne de cerdo (13,1%) y luego carne vacuna (5,9%).

Entre los factores determinantes, el crecimiento de la población mundial es el principal impulsor del consumo de proteína animal, con una proyección de aumento del 11% para la década 2021-2030. En este sentido, el incremento en el consumo de carnes se encontraría por encima de este indicador, debido al fuerte aumento en el consumo de los países en desarrollo vinculado al incremento de los ingresos per-cápita.

Debilidades

1. La alta capacidad ociosa de la industria

A pesar de la gran apuesta de la industria aceitera en Argentina por incrementar su capacidad instalada fundamentalmente entre los años 2003 y 2013, no se ha tenido como contracara un incremento en igual proporción en la oferta de granos oleaginosos, sea doméstica como importada. Se recuerda la limitación a importar temporariamente grano de origen no argentino para ser procesado localmente y luego exportado como aceite y/o harina, limitación que funcionó como un incentivo al crecimiento de la industria aceitera en el país vecino de Paraguay. Se ha consolidado una tendencia al alza en la capacidad ociosa de la industria, llegando a un pico del 43% para la estimación del año 2020. Tal situación se presenta como una debilidad, al deber ponderar los altos costos fijos en un menor volumen de producción por la imposibilidad de las fábricas locales de disponer de una mayor cantidad de granos con objeto de ser industrializados, sea a través de la oferta de producción argentina o de países fronterizos, también productores de soja, mayoritariamente.

En el caso específico del cultivo soja, en el siguiente gráfico se puede observar una caída importante en el ratio de crush (procesamiento) vs oferta total del grano factible para industrializar por campaña. En el ciclo 2021/22 se proyecta una ratio para tal indicador del 59,4%; es decir, el guarismo más bajo desde el ciclo comercial 1990/91.

2. Altos derechos de exportación en aceites y harinas

En cuanto a los límites a la exportación, se encuentran los derechos de exportación (DEX) que retraen valor agregado a los participantes de la cadena productiva. Las oleaginosas y subproductos más relevantes productivamente presentan alícuotas superiores a cero. El caso del complejo soja, es el que más afectado se encuentra con DEX que oscilan entre el 29% y el 33% dependiendo el producto. En el siguiente gráfico se puede observar la evolución histórica de dichos impuestos a la exportación para los principales productos exportados del complejo soja.

Por otro lado, en el caso del complejo girasol, los derechos de exportación actuales se ubican entre el 4,5% y el 7% dependiendo del producto exportado al igual que en el complejo maní. Es importante recalcar que algunos subproductos de dichos complejos pueden tener un alícuota de 0% pero son los de menor importancia en materia de comercio exterior.

Otra cuestión importante a recalcar es que existe una obligación por parte de los exportadores de liquidar dichos impuestos a la exportación al poco tiempo de realizar las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior, lo cual agrega un costo financiero importante en el negocio de exportación. Sumado a ello, la base imponible es el precio FOB oficial y no el efectivamente concretado en la operación, lo cual puede generar implícitamente una alícuota de DEX aún mayor en caso de que el precio FOB oficial difiera significativamente por encima del FOB de las operaciones concretadas.

3. Estancamiento en la producción local de oleaginosas

Un elemento de gran relevancia al momento de analizar la evolución en la industrialización de oleaginosas es el desempeño de la producción local, ya que de dicho total dependen en gran medida las posibilidades de procesamiento. Tal como se observa en el siguiente gráfico, la soja es la principal oleaginosa producida localmente y determinante en la tendencia productiva de los cultivos oleaginosos en su conjunto.

Entre la campaña 1996/1997 y 2006/2007 la producción de soja tuvo un aumento colosal del 310%, lo cual motivó grandes inversiones de capital por parte de las industrias con objeto de incrementar la capacidad instalada de procesamiento desde el año 2003 hasta 2013 aproximadamente. En sentido, se puede suponer que se proyectaba una continuidad sostenida en el incremento productivo para alcanzar mayores niveles de molienda. No obstante, la producción se estancó ya que, si bien hubo un pico productivo en el ciclo 2014/15, en el caso de la soja la estimación productiva 2021/22 se ubica solo 3% por encima del ciclo 2006/07 y con un guarismo similar de crecimiento para el total de las oleaginosas cultivadas.

Si se analizan los determinantes de la producción hay dos elementos fundamentales, el área sembrada y el rendimiento por hectáreas que se vincula en buena medida al clima y la tecnología empleada. En el caso de la soja, se observa es un gran crecimiento de la frontera agrícola desde 1990 hasta el año 2015, con una posterior caída sostenida de la superficie que se estima en el ciclo 2021/22 en 16,2 M ha y arribando a un mínimo de los últimos 15 años.

Mientras que, por el lado de los rendimientos, no se presentaron grandes avances en términos históricos que permitan sostener los aumentos en la producción. En el período entre puntas 1990/91 vs 2021/22 se estima un aumento del rinde promedio por hectárea nacional de solo 28 % en comparación al 100% obtenido para el caso del maíz en el mismo período, siendo este un cultivo que compite directamente en el área a sembrar con la oleaginosa.

De esta forma, la menor intención de siembra del cultivo sumado al bajo avance en los rendimientos se convierte en una amenaza para la industria aceitera en términos de oferta disponible para industrializar soja de cara al futuro. A tales factores, se debe añadir los desincentivos estructurales que generan los altos derechos de exportación, los cuales quitan rentabilidad al productor y hacen primar la siembra de otros cultivos.

4. Cambios regulatorios en la industria de los biocombustibles

En el caso del aceite de soja, una fuente importante de consumo interno que tiene dicha producción es la elaboración de biodiesel. Tal producción de biocombustibles es clave en la continuidad de los encadenamientos productivos y agregación de valor de la industria aceitera.

No obstante, recientemente ha dejado de estar en vigencia la Ley N°26.093, sancionada en el año 2006, la cual estableció el "Régimen de Regulación y Promoción para la Producción y Uso Sustentable de Biocombustibles". Tal regulación ha sido clave para la promoción del sector que, desde entonces ha establecido una tasa de corte entre gasoil y biodiesel que llegó a ubicarse al 10% y que recientemente se ha reducido al 5%, con posibilidad de recortarse hasta al 3% dependiendo de la situación de precios del aceite de soja. Tales cambios en las reglas de juego afectan el desarrollo de la industria y el fortalecimiento de la cadena de valor que el año pasado se vio muy afectada ante la falta de actualización de los precios de referencia para el caso de los biocombustibles para el mercado interno.

En el siguiente gráfico, se puede observar que la situación de la producción en el período enero-julio de 2021 no ha mejorado en gran medida respecto del año 2020 con un volumen obtenido de 0,98 Mt de biodiesel. En comparación al año 2019, se observa una caída productiva del 20%. A su vez, ya se comienza a observar una mayor internacionalización de la producción debido a la imposibilidad de colocar grandes volúmenes de biodiesel en el mercado interno, con una participación de las exportaciones sobre la producción en el 80% y en máximos desde el año 2010.

5. Falta de infraestructura adecuada para el transporte de granos

A nivel de infraestructura, los costos logísticos internos en Argentina tienen un peso importante para el productor, debido a la preponderancia del camión en el movimiento de los granos frente a otros medios de transporte más eficientes como el tren o la vía fluvial para las distancias más largas. Si bien morigera el impacto la cercanía de buena parte de la producción respecto a los puertos de exportación, la mercadería que se encuentra más alejada - principalmente la proveniente del norte argentino - pierde una gran competitividad y rentabilidad sumado al impacto de los derechos de exportación sobre el productor lo cual tiene implicancias en los incentivos a sembrar granos.

En el siguiente gráfico se observa como el camión ostenta una participación estimada del 86,4% en el transporte de granos hacia el Gran Rosario para el año 2020, con el ferrocarril un 12% y con una tendencia al alza respecto a años anteriores. En este sentido, los desarrollos realizados en las líneas de Trenes Argentinos, Cargas y Logística (TACyL) han sido importantes para aumentar el volumen transportado por dicho medio. Mientras que la vía fluvial, presenta una participación marginal en comparación a los otros medios de transporte.

6. Tendencia histórica del contenido proteico de la soja argentina

Un problema que se viene avizorando en la industria es la caída en la proteína de soja fundamentalmente en el caso de la harina, lo cual dificulta el cumplimiento de los estándares de comercialización internacionales situados en un 47-48% de tenor proteico lo cual termina aumentando los costos para acondicionar la mercadería. Para mayor información se puede visualizar el informe "La cadena de soja deja de ganar 575 millones de dólares por la baja en la proteína de soja en la campaña 20/21 " publicado en la edición N ° 2.014 del Informativo Semanal.

Se lo considera una debilidad, ya que tal tendencia en los estándares de la soja argentina le quita atractivo a los subproductos industrializados localmente en los mercados importadores y una pérdida de competitividad respecto al resto de los mercados oferentes en sintonía con los mayores costos de acondicionamiento y primas sobre los precios FOB.

Amenazas

1. Exportaciones mundiales de subproductos vegetales claves para Argentina no crecen al mismo ritmo que el crecimiento del consumo global de dichos productos

Si se realiza un análisis histórico de la evolución del consumo en comparación a las exportaciones mundiales de aceites/harinas de soja, girasol y maní, se observa un resultado dispar entre los productos agroindustriales más relevantes para la industria local, tomando como año base la campaña 1990/91 según datos del USDA.

En el caso de la harina de soja se registra un crecimiento del consumo y de las exportaciones mundiales muy similar hasta el ciclo 2008/09. A partir de aquí, se observa un gran crecimiento en el consumo, al tiempo que las exportaciones tuvieron un incremento mucho menor. Para entender dicha dinámica, es relevante mencionar el papel que ha adquirido China como principal importador de soja en grano con objeto de industrializar localmente para el posterior consumo forrajero. Es decir, el país asiático actualmente es clave en el consumo mundial de harina de soja por su producción de carnes, pero implementando una importante política de industrialización local de granos a pesar de tener una escasa producción de soja que resta posibilidades de exportación para países con saldo exportable.

Respecto al aceite de soja, se observa un crecimiento mayor de las exportaciones en comparación al consumo hasta el ciclo comercial 2010/11, con una posterior caída en las exportaciones y quedando por detrás del crecimiento sostenido del consumo global hasta la actualidad.

Luego, en el caso del girasol, el consumo global ha presentado una tendencia creciente principalmente desde comienzos de siglo, que ha dinamizado fuertemente el volumen exportado mundial con sus consecuentes posibilidades de colocar excedentes productivos en mercados externos. Mientras que, en los subproductos de maní, la situación es similar al caso de la soja, con una dinámica del consumo global por encima del incremento en las exportaciones.

En este sentido, no solo interesa la dinámica del consumo mundial de los principales derivados oleaginosos sino las formas de abastecimiento. Es decir, si el conjunto de economías globales privilegia la producción local de dichos derivados oleaginosos se generan amenazas a las posibilidades de exportación tal se observa en el caso de la soja y el maní.

2. Posibles efectos de largo plazo de la bajante del Río Paraná sobre la región agroindustrial del Gran Rosario

La cuestión hídrica de la Hidrovía Paraná-Paraguay se ha convertido en un tema que está generando gran incertidumbre no solo a nuestro país, sino que también a países vecinos de la región como Brasil, Paraguay y Bolivia los cuales son usuarios habituales de dicha vía fluvial para el transporte de mercaderías.

Respecto a los impactos que el bajo nivel del río está teniendo sobre la industria aceitera, se encuentran las dificultades y costos extras para traer la mercadería desde el norte argentino y de Paraguay, las menores posibilidades de carga de granos y aceites desde la región del Gran rosario, los aumentos en las primas de riesgo sobre el precio FOB para exportar aceites y harinas desde Argentina y diversos costos adicionales hacia dentro de la industria debido a la ralentización del ritmo de embarques. Para más información se puede visualizar la nota "La bajante del Río Paraná representaría un costo cercano a los US$ 315 millones en seis meses para el complejo agroindustrial exportador y los productores agropecuarios argentinos" publicada en el Informativo Semanal N ° 2.009.

Actualmente, el nivel del Río Paraná a la altura de Rosario se ubica en 0,34 metros al día 30 de agosto de 2021, siendo un nivel muy por debajo de los 2,47 metros respecto del cual el concesionario Hidrovía S.A. debía garantizar los 34 pies de calado hasta la reciente finalización de la concesión. Desde el año 2019, se vienen sopesando alturas del río muy por debajo de lo normal y arribando a mínimos históricos. En perspectiva a futuro, se presenta la incertidumbre de si tal situación se convertirá en un fenómeno estructural que perdurará por varios años o si se recuperaran los niveles adecuados para un normal desenvolvimiento del mercado exterior de la industria aceitera y la exportación en general.

Los mayores costos logísticos asociados a la exportación con un menor caudal del río, de mantenerse en el largo plazo, podrían retraer la frontera productiva afectando particularmente la exportación de las zonas más alejadas a los puertos, en el norte argentino.

3. Tendencias productivas de bienes sustitutos que compiten con nuestros subproductos elaborados

En cuanto al mercado de aceites vegetales, se proyecta un incremento en la producción de cara al año 2030 del 16%. En cuanto a los diferentes tipos de aceites, se estima un incremento para el aceite de palma del 17,9% y representaría el 40% del aumento total productivo en dicho tipo de subproducto. Mientras que el aceite de soja aumentaría en términos relativos menos que el promedio general con una tasa esperada del 14,6% y una contribución al incremento productivo de aceites de solo el 26%. Por último, el resto de aceites aumentaría su producción hacia el año 2030 en un 15,3%, por encima del aceite de soja. En este sentido, el mercado de aceites vegetales seguirá estando dominado por el aceite de palma y con una leve caída en la participación global por parte del principal aceite producido en nuestro país, el aceite de soja.

No obstante, a pesar de que dichas perspectivas indican una leve pérdida de representatividad del subproducto proveniente de la soja, el alcance para aumentar la producción de palma en Indonesia y Malasia dependerá cada vez más de actividades de replantación y de necesarias mejoras en los rendimientos productivos. A su vez, las preocupaciones por la sostenibilidad también influyen en la expansión de la producción de aceite de palma, ya que la demanda en los países desarrollados favorece los aceites que no están asociados con la deforestación y los consumidores buscan certificaciones de sostenibilidad para el aceite vegetal.

4. Conjunto de barreras de acceso a mercados arancelarias, paraarancelarias y especificidades de productos

Respecto a los factores externos no controlables que pueden afectar el desempeño de la industria o las posibilidades de colocación de nuestros productos en el mundo, se encuentran el conjunto de barreras arancelarias o paraarancelarias.

A nivel de los bienes producidos por la cadena de valor, el biodiesel ha atravesado diversas instancias a lo largo de los últimos años de barreras a las exportaciones por parte de los mercados externos. Se destaca un fallo reciente en contra de la exportación por parte del Departamento de Comercio de Estados Unidos debido a una posible situación de dumping por subsidios de la producción local. Tal medida se torna en una coyuntura en la cual la industria de biocombustibles ha sido muy castigada internamente con la disminución de las tasas de corte en el gasoil. Ello ha afectado las posibilidades de venta interna y se ha convertido en una prioridad la captación de mercados para poder colocar la producción sin tener impactos en la ociosidad de la industria local.

En cuanto a otro tipo de barreras que pueden surgir y demandar del sector productivo local una rápida adaptación, se encuentran los requerimientos vinculados a la sustentabilidad. Actualmente, los mercados importadores debido a diversos acuerdos internacionales entre países tienden a aumentar las especificidades de los productos demandados, con consecuentes certificaciones de diferente tipo - entre ellas las ambientales - que pueden convertirse en elementos claves de cara al futuro para permanecer y acaparar nuevos mercados.

Fuente: BCR News