El precio de la carne volverá a subir: la flexibilización del cepo exportador no alcanza
Se espera para la próximas semanas aumentos relacionados con una menor oferta de hacienda y un incremento de la demanda estacional.
La intención de reabrir parcialmente la exportación de carne es un buen gesto. Sin embargo, esto no detendrá la suba del precio de la carne en el mostrador. La oferta de ganado vacuno es escasa y la demanda estacional de fin de año impulsará los precios, lo que no debe ser tomado por el gobierno como un agravio.
El Gobierno Nacional desea que todos los precios de la economía respondan a su voluntad, desafiando las leyes de la oferta y la demanda del mercado. Es así que el gobierno expresa que las exportaciones a la carne se abrirán, pero los precios al mercado doméstico no pueden aumentar. Es muy parecido a decir que tenemos que tener buen clima y no está permitido que llueva.
Los precios se forman en el mercado cuando se encuentran la oferta y la demanda. Si la oferta es escasa y la demanda queda insatisfecha, los precios arbitrarán a la suba, en cambio, si la oferta es abundante y la demanda es tímida, los precios arbitrarán a la baja.
El mercado ganadero es de competencia perfecta, los distintos actores del mercado actúan en mercados competitivos, ya sea para comprar un ternero, el maíz necesario para alimentarlo y a la hora de venderlo en el mercado. No hay una mano mágica que coloque el precio, todo queda librado a las fuerzas de mercado.
Resulta insólito que, a esta altura de los acontecimientos, estemos debatiendo si los precios deben subir o bajar por el mero consentimiento de un funcionario de turno. La evidencia empírica demuestra que los controles de precio no dan resultado, porque se oponen a las condiciones naturales de los mercados, en donde el precio se forma cuando se cruza la línea de la oferta y la demanda.
El negocio del ternero y los precios
En el campo argentino muchos productores compran terneros como resguardo de valor. A nuestro juicio es un comportamiento equivocado, hoy un ternero está caro en dólares, se compra a un valor de $ 240 el kilo, lo que equivale a US$ 1,37, cotizado al dólar bolsa de $ 175. Ese mismo ternero, cuando se engorda, se vende a $ 190 el kilo, equivalente a US$ 1,09.
Este negocio parte de un inverso de $ 50 entre precio de compra y venta. Entre el ternero y el animal gordo que se vende, en muchos casos, no hay más de 130 kilos de diferencia, si sumamos el costo de la comida y los gastos de estructura del engordador, más las comisiones por el animal comprado y vendido, es un negocio a pérdida.
Lo que nos tenemos que preguntar es hasta cuándo los engordadores a corral seguirán trabajando a pérdida. En la actualidad, los corrales están con un 50% de capacidad instalada, esto implica una oferta decreciente, que ingresará en zona crítica para los meses de noviembre y diciembre. La oferta no logrará satisfacer la demanda, y por ende los precios arbitrarán a la suba.
El mercado ganadero y la ley del mercado violarán una resolución de los burócratas de turno. La carne aumentará más de lo que dice un funcionario, no por un acto de insurrección, todo lo contrario, la escasez y la mayor demanda obligarán a que el mercado tome un camino distinto a la planificación centralizada del Estado.
Los precios cuidados de la carne no se podrán sostener en el tiempo y los funcionarios de turno tendrán que tener cuidado con los precios.
Conclusión
El gobierno debería comenzar a evaluar nuevas estrategias. Si el presidente desea ganar las próximas elecciones, debería probar suerte incentivando con beneficios fiscales el mayor nacimiento de terneros en el mercado, elevando el peso de faena y eximiendo de impuestos a los que más engordan.
De esta forma incentivarían la oferta de ternero, los animales saldrían más gordos al mercado y se conseguiría una mayor producción de carne con una menor cantidad de animales.
Los gestos del gobierno por un acercamiento al campo son bienvenidos, pero las medidas tienen sabor a poco, ya que se sigue esgrimiendo un control de precios, que tienen todas las condiciones para fracasar. Estamos en la obligación de decir que resulta beneficioso la reapertura de las exportaciones, pero de ninguna manera esta medida hará retroceder el valor de la carne en el mostrador.
El que avisa no traiciona. En noviembre escaseará la oferta y el precio de la carne aumentará. Es un problema estructural por carecer, en los últimos 45 años, de una política ganadera seria, ya que todas las mediciones que se realizan obligan a informar que, tanto el rodeo como la cantidad de establecimientos, han caído considerablemente.
Historia conocida
Bajo el gobierno militar del año 1976, la suba de la tasa de interés y los altos rendimientos financieros, cortaron el ciclo de expansión de la ganadería argentina. Desde 1977 en adelante solo hemos visto retroceder los indicadores del sector, tanto en materia de consumo interno como de exportación.
En el año 1978 el consumo de carne vacuna era de 90 kilos per cápita, mientras que la exportación 26 kilos per cápita. En el año 2020 el consumo fue de 50 kilos per cápita y la exportación 20 kilos per cápita. El sector no se recuperó jamás.
Bienvenidos los esfuerzos por dialogar, pero se necesita una política ganadera, no una reapertura de cupos, menos aún dictaminar que los precios se deben comportar como los funcionarios crean conveniente dada la cercanía de una elección.
Con una política ganadera seria, en 3 años mejoraríamos fuertemente la oferta de carne en el mercado interno. Pretender en 3 meses, revertir lo que no se hizo en 45 años es no entender el problema que estamos atravesando.