Soja y clima extremo: alertan que sembrar en febrero puede recortar 38 % el rinde
Especialistas del INTA advierten que la ola de calor y el déficit hídrico comprometen la campaña 2024/25. El primer Congreso de Cereales y Oleaginosas en el Chaco buscará dar respuestas con innovación en manejo y fechas de siembra.
El clima extremo vuelve a poner a la agricultura chaqueña en jaque. Con datos inéditos sobre la campaña 2024/25, especialistas del INTA confirmaron que febrero fue el mes más cálido en 87 años de registros meteorológicos en Las Breñas y que, a la vez, se registró el verano con menores precipitaciones históricas. En un escenario dominado por la incertidumbre, las advertencias son claras: sembrar soja en febrero puede significar hasta un 38 % menos de rendimiento, lo que obliga a productores y técnicos a repensar estrategias de manejo.
Según la Red de Soja NEA, cada golpe de calor -definido como dos días consecutivos con más de 35 °C- le cuesta al cultivo en promedio 24 kilos por hectárea de potencial de rinde perdido. Esta tendencia quedó marcada en la última campaña, donde el calor extremo y la falta de lluvias redujeron las chances de alcanzar los techos productivos. En ese contexto, la fecha de siembra aparece como la variable más decisiva: el máximo rendimiento se logra entre el 10 y el 15 de diciembre, mientras que desplazar la implantación a febrero reduce drásticamente la productividad.
Frente a este escenario, los técnicos del INTA proponen estrategias innovadoras. "La innovación pasa por diversificar fechas de siembra y combinar prácticas como reducir la distancia entre surcos, aumentar la densidad y elegir variedades adaptadas. Se trata de manejar la incertidumbre con inteligencia", explicó Gerardo Quintana, especialista del INTA Las Breñas. El enfoque, remarcan los investigadores, no es sólo mitigar pérdidas, sino generar resiliencia en un sistema cada vez más exigido por la variabilidad climática.
En este marco de desafíos, el 25 y 26 de septiembre de 2025, la Casa de las Culturas de Las Breñas (Chaco) será sede del primer Congreso de Cereales y Oleaginosas del Gran Chaco Argentino, un evento inédito que busca articular ciencia, producción y territorio. "El Gran Chaco aporta casi una quinta parte de la superficie de soja y maíz de la Argentina, además de tener un rol clave en sorgo y girasol. Este congreso surge para poner en valor el conocimiento generado en los últimos 15 años y acercarlo directamente a quienes lo necesitan, que son los productores", destacó Carlos Simón, investigador del INTA Las Breñas.
El encuentro reunirá a investigadores, productores y empresas para debatir sobre manejo de cultivos, productividad, sostenibilidad y protección vegetal. La agenda incluirá mesas de trabajo sobre soja, maíz, sorgo y girasol, paneles vinculados a la salud y fertilidad de los suelos, la importancia de las rotaciones y la incorporación de buenas prácticas para asegurar la sustentabilidad de los sistemas. Además, se abordarán estrategias para el manejo de malezas resistentes y plagas emergentes, un problema que crece en toda la región.
El evento contará también con la participación de referentes nacionales en fertilización y manejo de suelos, además de paneles de productores que compartirán experiencias de campo. Como cierre, se espera la conferencia magistral de Fernando Salvagiotti, especialista de renombre que analizará el futuro de la agricultura en el Gran Chaco frente a los desafíos del cambio climático, la demanda global de alimentos y las tensiones propias de los mercados internacionales.
Con el respaldo de INTA, gobiernos locales y empresas privadas, el Congreso se proyecta como un verdadero hito para el agro chaqueño, en una región que combina un enorme potencial productivo con dificultades estructurales en infraestructura, logística y acceso a tecnologías. Allí, la transferencia de conocimiento científico directamente al productor aparece como una herramienta clave para achicar brechas de rendimiento y mejorar la competitividad.
Más allá del evento, el mensaje de fondo es contundente: la Argentina necesita decisiones inteligentes para no perder terreno en el tablero regional. Mientras Brasil avanza con políticas claras y previsibilidad para sus exportadores, y países como Uruguay y Paraguay consolidan su oferta agroalimentaria en nichos específicos, nuestro país todavía enfrenta retenciones, brecha cambiaria e incertidumbre política que restan competitividad. Sin embargo, la ciencia y la innovación siguen demostrando que hay margen para crecer, incluso en condiciones adversas.
El desafío es doble. Por un lado, adaptarse al clima extremo con manejo flexible y tecnología de punta. Por otro, mejorar el marco de políticas y las condiciones estructurales para que los productores puedan capitalizar ese conocimiento. El Gran Chaco, con su aporte estratégico a la producción de granos y oleaginosas, tiene todo para ser un ejemplo de cómo ciencia y campo pueden trabajar juntos para sostener la competitividad en un contexto global cada vez más exigente.
En definitiva, el 1° Congreso de Cereales y Oleaginosas no será sólo un espacio de intercambio técnico, sino también una oportunidad para reafirmar el lugar del agro chaqueño dentro de la producción nacional y regional. Una apuesta que busca transformar los desafíos en oportunidades y mostrar que, aun en medio de la incertidumbre, la innovación es el camino para seguir sembrando futuro.